Jarot Soto, de 6 años, llevaba en su manitas el folleto de la exposición Durero: genio del Renacimiento y trataba de encontrar, en las paredes, las obras que veía en el papel. “¡Aquí está, papi, esta es!“, gritó orgulloso.
El pequeño se escabullía entre las personas y recorría la sala de lado a lado en busca de las piezas que le faltaban para completar su “rompecabezas”.
El niño, junto con su padre, Marvin Soto; su madre, Sandra Alfaro, y su hermano menor, Sebastián, viajó desde Guápiles para admirar la muestra de 72 grabados originales del artista alemán Alberto Durero, que se exhibe en una de las salas de los Museos del Banco Central. “Me parece increíble estar viendo obras tan antiguas y de gran calidad. Me llama mucho la atención la textura que resalta en cada una de ellas”, dijo el padre del menor.
Afluencia de visitantes. La tarde de este sábado fue generosa en visitantes a la exposición.
Grupos de jóvenes, parejas, familias con niños, personas solas y adultos mayores dedicaron entre media hora y 45 minutos a contemplar los grabados del gran maestro alemán del Renacimiento. La gran mayoría se detenía en cada obra en plan de “diseccionar” las escenas –ricas en detalles– que Durero construyó con maestría hace 500 años.
“Esta exposición me movió, pues soy muy creyente. Las imágenes son preciosas... tan reales y llenas de detalles. Sencillamente, me encantó”, comentó Mireya Cortés, de 74 años, vecina de San Joaquín de Flores, en Heredia.
Ella “hizo yunta” con su nieta Marisol Cortés, de 24 años, para no perderse la exposición.
“Aparte de la técnica, que es lo que la gente más admira, creo que él (Durero) buscaba, en ese entonces, transmitirle a la gente el conocimiento de las escrituras bíblicas de una manera sencilla. Las ilustraciones son tan bien hechas que parecen reales”, declaró la muchacha y aseguró que visitará la exposición de nuevo.
Mientras tanto, una pareja invirtió varios minutos en tratar de captar el mejor ángulo para un selfi con la exposición de fondo.
Afuera, la fila para entrar se movía lentamente, pues el ingreso es controlado para evitar aglomeraciones en la sala.
Por razones de seguridad y comodidad, no se permiten más de 40 personas en el recinto. Sin embargo, el orden imperó y las personas esperaban pacientemente su turno para entrar.
Escenas bíblicas. Sergio Pacheco, de 21 años, dijo que disfrutó “montones” la muestra, aunque lamentó no haberse informado lo suficiente antes de visitarla. “Me hubiera gustado saber mucho más de la Biblia para entender mejor las escenas. Tal vez si hubiera sabido que había tantas interpretaciones de la Pasión, hubiera estudiado un poco más antes de venir”, declaró el joven, vecino de Rohrmoser.
Uno de sus grabados favoritos fue El caballero, la muerte y el diablo . “Mi hermano y yo estuvimos conversando sobre el Renacimiento y el Oscurantismo. Esa obra nos puso a pensar sobre un cambio de perspectiva en el ser humano: dejar de lado la crueldad y la muerte y empezar a disfrutar de la vida. Me parece muy simbólico que el caballero ignore a la muerte con un reloj en la mano”, opinó Pacheco.
Después de casi una hora de recorrer pacientemente la exposición, Eduardo Cordero y Verónica Castro, vecinos de Cartago, se mostraron muy satisfechos con lo que vieron.
“En mi familia tenemos una fascinación con el arte. Durero es un artista muy reconocido y a mí lo que me impresiona es la calidad técnica de sus grabados. En Costa Rica, pocas veces tenemos la oportunidad de ver obras como estas en vivo y a todo color. La experiencia de enfrentarse a una obra original en un museo, en vez de verla en el monitor o en las páginas de un libro, es incomparable”, añadió Cordero.
Los tiquetes están a la venta en la boletería de los Museos y tienen los siguientes precios: ¢3.500 para nacionales y residentes, ¢2.000 para estudiantes y adultos mayores, y entrada gratuita para menores de 12 años.
El horario de verano de los museos (enero, febrero y marzo) es de lunes a viernes de 9:15 a. m. a 7 p. m.; y sábados y domingos, de 9:15 a. m. a 6 p. m.