Dominique Darbois ha estado en tantas partes, que ha tomado fotos en países que ya no existen –aunque mejor sería decir: eran colonias, pero ahora sí son países–. Gracias a dos compatriotas suyos, la artista francesa expone 32 fotos en las que gente del África nos ilumina en blanco y negro; además, se exponen unas 200 diapositivas en colores.
La galería de la casa cultural Amón Solar acoge, como una pajarera, las fotos de Darbois que su amiga Dominique Gay Spriet colecciona desde hace muchos años.
La exposición Afrika forma parte del Encuentro con la Cultura Africana abierto en Amón Solar y que incluye la exhibición de tejidos y de instrumentos musicales también africanos.
Dominique Darbois es la mujer invisible que ha dado rostro a miles de personas. Con 88 años, residente en París, Darbois detesta que la fotografíen, de modo que quien desee conocerla –saber qué ve, qué siente– debe preguntar más bien a sus otras fotografías.
Darbois es un personaje legendario. Nació en 1925 como Dominique Stern en una familia judía francesa, y pasó dos años en un campo de concentración nazi antes de sumarse a la Resistencia, por lo que después recibió la Cruz de Guerra y se le concedió la Legión de Honor.
Entre 1946 y 1978, Darbois realizó un peregrinaje que casi no pudieron seguir los mapas del mundo. Es posible que haya estado en unos sesenta países (algunos, como dijimos, antes de que existieran como Estados independientes).
Dominique Darbois anduvo en el invierno que son las noches de verano del desierto del Sáhara; bajo los ríos que llueven en las selvas; en caminos que se preguntan a dónde van; en barcos que asustarían a las naves fantasmas; volando sobre las terrazas de los camellos, y tratando a los continentes como barrios y a las naciones como hermanas.
Su primera exposición personal se ofreció París en 1954, cuando retornó de formar parte en la expedición Tumus Humac en la Guyana francesa (norte de Suramérica).
En años siguientes se publicaron sus reportajes fotográficos sobre notables escritores –como André Gide y Jean Cocteau–. Hicieron historia sus fotografías sobre el museo de Kabul (antes de que los diabólicos talibanes satanizaran los museos), y, siempre, sus retratos de mujeres africanas y asiáticas, cuyos universos son barrios del patriarcalismo.
Dominique Darbois participó en las luchas anticolonialistas en Indochina y Argelia, y en la resistencia contra Fulgencio Batista en Cuba.
Bella herencia. Como fotógrafa recorrió países africanos y asiáticos para registrar escenas de la gente tal cual era, sobre todo en sus fiestas, en su vida misma. Sus fotos son ajenas al exotismo.
Darbois no divaga con la visión fugaz de una turista: observa, respeta, entiende, comparte, eterniza en los cuadriláteros de papel de las fotografías.
La gran cantidad de fotografías que logró en sus viajes le permitió publicar veinte libros en la colección Los Niños del Mundo, de la editorial Fernand Nathan entre 1952 y 1978. A su vez, el libro Terre d’enfants (Tierra de niños), editado por Xavier Barral, es un homenaje a la obra artística de la fotógrafa.
A mediados de los años 60, Dominique Darbois se encontró en Argelia con la etnóloga Dominique Gay Spriet, hija de uno de sus maestros universitarios de historia del arte y especialista en los templos de Birmania. Ambas eran francesas, disidentes, viajeras y Dominiques, así que congeniaron.
Cierto día, la fotógrafa obsequió unas cajas a la etnóloga: contenían cientos de fotografías tomadas en pueblos africanos: ceremonias, comidas, fiestas, bailes... Este tesoro de la quietud en movimiento viajó mucho hasta llegar a San José, y hoy a la galería Amón Solar.
Darbois prefiere las fotos tomadas en blanco y negro, aunque también frecuentó los colores, en especial para libros que ilustró. Dominique Darbois donará las miriadas y las miradas de su archivo fotográfico al Estado francés para que lo haga de dominio público.
“Son fotos muy humanas, naturales, por lo que la llamaron 'fotógrafa-antropóloga'; pero, además, es una artista”, expresa Perceval Gay Spriet –hijo de Dominique–, uno de los organizadores de la exposición y amigo de la fotógrafa.
Poco antes de la inauguración, la muestra no estaba lista aún; había fotos sobre mesas, y martillos ansiosos con los que el artista Perceval Gay Spriet colgaba fotografías como quien abría ventanas. La exposición ya está visible para que veamos más allá de las luces y las sombras del tiempo.
El rey Sol. A la par de las fotografías se exhiben instrumentos musicales del África. La exposición se suma a un programa de música que Amón Solar ofrece, ejecutado por intérpretes africanos y costarricenses. Asimismo, los visitantes podrán contemplar una veintena de tejidos, propiedades de Dominique Gay Spriet; provienen de Mali, el Congo y Costa de Marfil.
Sus colores son el negro, el ocre y el marrón, logrados de sustancias minerales y vegetales. La tela se decoró variando el color de los hilos, como en la etnia hausa (de Kano, Nigeria), explica Dominique Gay Spriet. Los diseños son geométricos.
A su vez, los senufos de Costa de Marfil tejen bandas de 15 centímetros de ancho, las cosen y las pintan. Toman sus tintes de jugos de plantas, a veces mezclados con barro. La impresión del color también se obtiene sumergiendo la tela en otros productos. El resultado se llama “batik” y es típico de Mali y Burkina Faso.
El inspirador de la casa mágica de Amón Solar es José María Alfaro, quien, apoyado por su familia, adquirió y remodeló el lugar hasta darle un aire moderno y laberíntico que incluye un bar de jazz, un restaurante, un escenario musical y unas salas de exposiciones.
Alfaro se apasiona por el jazz y por el arte, de modo que aquí se respira la música y se brinda entre pinturas. No faltan encuentros de literatura, obras de teatro y proyecciones de películas. Amón Solar incluye un estudio de grabación, y albergará encuentros de artistas del Festival Internacional de las Artes con el público, en abril.
José María recuerda que Amón-Ra era el dios del Sol en el Egipto antiguo, y que “solar” es una palabra vinculada a la misma estrella. Este hermoso lugar josefino es uno de los esfuerzos privados dirigidos a estimular el arte. El público y el Estado deben apoyarlos. Bien por José María Alfaro. Amón, ¡ra!
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Talleres que acompañana la exposición África en marzo:
Martes 18 a las 7 p. m. Taller con Isaac Moreira: Influencia africana en la música tica.
Viernes 21 a las 8 p. m. Fiesta África con Gabin y Isaac Moreira (en la percusión). Bambui. Ruta a Tombuctú
Martes 25 a las 7 p. m. Taller con Gabin: Calabazos y campanas de Benin.
Miércoles 26 a las 8 p. m. Fiesta de cierre. Despedida del maestro M'Bemba Bangoura con segué. Baile, música y comida africanas.
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Ruta solar
La exposición Afrika se ofrece hasta el miércoles 26 en la galería Amón Solar (calle 3 con av. 11, San José, 100 m al sur del “Castillo del Moro”). Entrada gratuita. Teléfono 2221-2302.
En Internet: www.amonsolar.com
Laexposición +Afrika se ofrece hasta el miércoles 26 en la galeríaAmón Solar (calle 3 con av. 11, San José, 50 m al sur del Castillodel Moro). Entrada gratuita. Teléfono 2221-2302.
EnInternet: www.amonsolar.com