Las celebraciones del Bicentenario Morista y el Año Escolar Libertador Juan Rafael Mora permiten focalizar el espíritu cívico en la repercusión que generaron, en América, las hazañas del pueblo costarricense gracias a sus victorias sobre el expansionismo esclavista procedente de Estados Unidos. Colombia -denominada Nueva Granada por entonces- lidera la solidaridad político-diplomática hispanoamericana con la Administración del presidente Mora, quien comanda el Ejército Expedicionario en la primera campaña contra la agresión.
“Cooperar a que Costa Rica se salve de la afrentosa absorción filibustera de que está amenazada, es tarea muy honrosa y digna de que os consagréis a ella”, instruye el canciller Lino de Pombo a su enviado especial a San José, el héroe de la independencia sudamericana y expresidente de la República, general Pedro A. Herrán.
Herrán testimonia el laurel obtenido en Santa Rosa: “En un pequeño recinto de Centroamérica están ocurriendo en este momento hechos grandes y gloriosos que merecen la admiración de naciones poderosas. El pueblo de Costa Rica, modesto, laborioso, honrado e inofensivo con los que no le hacen mal, se levanta de repente como un coloso, vence y aterra a las orgullosas legiones de hombres feroces que la amenazan y da la mano al pueblo vecino para que recobre su libertad. ¡Ojalá que este ejemplo de sublime patriotismo sea apreciado y proclamado como merece en toda la América española! ¡Ojalá que los gobernantes imiten en iguales circunstancias al virtuoso Presidente de Costa Rica, temible como Washington en la guerra, magnánimo como Washington en la paz!”.
Trascendencia continental. El canciller Pombo considera que “los soldados ciudadanos de Costa Rica han acreditado que son dignos y capaces por sí solos de aparecer en las doradas páginas de la historia como los libertadores de sus hermanos”. Informa que la misión de Herrán “contribuye en algo a robustecer el poder moral de la noble causa que se debate con gloria por medio de las armas”.
El Senado acuerda prestar a la Administración Mora “la cooperación moral que la amistad exige y las circunstancias reclaman”.
Luego de los triunfos en Sardinal de Sarapiquí y en Rivas, el presidente de Nueva Granada, Manuel María Mallarino, determina: “Los nobles esfuerzos que el pueblo y el Gobierno de Costa Rica han hecho para defender la nacionalidad de Nicaragua, no menos que de la raza hispanoamericana, los han hecho acreedores al aprecio y a las consideraciones de todas las nacionalidades de la América”.
¿Cuál es la trascendencia continental de la Guerra Patria? El mandatario formula “los más ardientes votos por el triunfo de la noble causa que defiende Costa Rica, causa que envuelve el porvenir de la América del Sur, los intereses de su raza, de su lengua y de sus instituciones”. En veintidós días, el Ejército Expedicionario ha derrotado tres veces la agresión impelida desde la Unión Americana. La Casa Blanca entra al quite, y el presidente Franklin Pierce tiene el tupé de legitimar a “the Walker Government”, como dice la prensa neoyorquina.
Intrusos. Nueva Granada “protesta contra el acto de reconocimiento del gobierno intruso en Nicaragua por el Gobierno de los Estados Unidos. Walker, donde quiera que quiso o tuvo que medir sus armas con las de los esforzados costarricenses, se hallaba ya a punto de sucumbir: reconocer ese moribundo Gobierno equivale a poner en su favor en un plato de la balanza todo el poder de los Estados Unidos”.
Además, “la Nueva Granada apela a los sentimientos de justicia, de humanidad y de decoro del mismo Gobierno de los Estados Unidos a favor de los pueblos de Centroamérica, y muy especialmente del de Costa Rica, para obtener que su poderosa interposición los salve hasta donde posible fuere, de las calamidades de una guerra con agresivos e implacables enemigos”.
El canciller Pombo explica que “de los puertos de San Francisco en California, de Nueva Orleáns y de Nueva York se envían a Walker reclutas, armas y municiones, trenes completos de artillería, de una manera pública y a pesar de las leyes de neutralidad, para sostenerse y ensanchar su conquista hasta donde quiera y pueda”.
El presidente Mora estima en la protesta -secundada por Bolivia, Paraguay y Venezuela- “una nueva prueba de los sentimientos nobles, patrióticos y generosos que animan a esa nación amiga y vecina”. La comunicación de Bogotá a Washington alienta la “esperanza de que la causa santa que Centroamérica sostiene, triunfará. Esa victoria será vigorizada un día por la reunión anhelada de las repúblicas ibéricas, que en otro tiempo fue el gran pensamiento de Bolívar”.
Noble ejemplo. Justo Arosemena -el panameño más relevante del siglo XIX- escribe en El Neogranadino : “Desde 1855 se juega el drama de la independencia en Centroamérica, drama en que no hay nada de glorioso y de grande sino un papel, el del pueblo heroico de Costa Rica. El valeroso pueblo, conducido en persona por su digno presidente el Sr. Mora, se lanza con generosa abnegación a la pelea, resuelto a expulsar de Nicaragua la raza de salteadores que la deshonra. La marcha de los costarricenses ha sido triunfal, y solo el cólera ha podido detenerlos algunos momentos en su obra de redención y heroicidad patriótica”.
Ya juramentado como presidente de la República, William Walker restaura la esclavitud en su satrapía. El presidente Mallarino expresa “horror por el restablecimiento de la esclavitud en el suelo libre de Nicaragua y la autorización del tráfico de negros de África, reprobados igualmente por el cristianismo y por la civilización del siglo y por el sentimiento unánime del género humano. ¡Y tales actos han encontrado, sin embargo, altos y poderosos protectores!”.
Mientras se ejecuta la admirable Campaña del Río que yugula al filibusterismo, el canciller Pombo dice que Costa Rica, “gallardamente empeñada en una campaña de honor y de propia defensa contra los infames aventureros de los Estados Unidos, mueve hacia ellos sus tropas esencialmente cívicas. La victoria corona sus esfuerzos por donde quiera, haciendo palpable la superioridad del hombre que defiende animoso su dignidad y sus penates [genios protectores] sobre el miserable forajido extranjero cuyo móvil único es la codicia”.
El 1.º de mayo de 1857 es doblegada la invasión del expansionismo esclavista. El nuevo presidente de Nueva Granada, Mariano Ospina Rodríguez, felicita al presidente Mora “por el éxito feliz que su valor y patriotismo heroico alcanzaron en los campos de Rivas. Todas las repúblicas de raza española tienen que satisfacer una deuda sagrada de admiración y gratitud, proclamando a la faz del mundo que al varonil esfuerzo y al noble ejemplo de sacrificios sin límites, de desprendimiento, de perseverancia y de Santa Unión que la primera ofrendara Costa Rica, es debido ese brillante triunfo, tanto más hermoso cuanto que coronado con sublime generosidad servirá de modelo a la historia para enseñar que los mismos que supieron vencer como hombres libres, al punto perdonaron como cristianos”.
El autor Tiene en proceso de publicación los libros “Polifonía del Padre de la Patria” y “Palabra viva del Libertador” (con Raúl Aguilar como coeditor).