Si el amor es el corazón de Romeo y Julieta y la danza es su cuerpo, no es exagerado llamar a la música de Sergei Prokófiev el esqueleto sobre el que trama e interpretación se sostienen.
Hubo, antes, otro ruso interesado en retomar musicalmente la intensa obra dramática de William Shakespeare.
El Romeo y Julieta de Chaikóvski, igual que el resto de la música de ballet del compositor, fue una gran influencia para que Prokofiev compusiera su obra.
Cuando este comenzó a escribir su Romeo y Julieta en 1935, el final trágico fue modificado para mantener la pareja junta.
Bajo el control soviético, esa clase de licencia no fue aceptada, y el coreógrafo Leonid Lavrovski y el compositor trabajaron por pulir la obra, hasta que la estrenaron en 1938, en Brno, en República Checa.
La obra musical es sumamente compleja e incluye instrumentos que no son tradicionales para la orquesta, explicó el pianista Jacques Sagot, quien alguna vez tuvo que interpretar las piezas como músico repetidor.
Fue así como en las melodías de las danzas folclóricas quedaron mezcladas las notas de una mandolina y una viola de amor; y en la Danza de los Caballeros, justo después de las disonancias de las cuerdas, se puede escuchar el amenazador compás de un saxofón tenor.
La música ha sido usada para otras coreografías de Romeo y Julieta , pero la de Lavrovski es aceptada como la piedra angular, y por la que no se olvida la interpretación del Ballet Bolshói de 1940, cuando la bailarina Galina Ulanova se apropió de Julieta.