La naturaleza, siempre la naturaleza. Hace 20 años, Cecilia Paredes era la cazadora de instantes, aquella que construía breves poemas visuales con ramas, conchas, erizos de mar, nidos, capullos, huesitos, semillas, pétalos, facturas, páginas viejas, fotografías, palabras... Con su ojo avezado y sensibilidad mostraba en sus exposiciones paisajes íntimos que hablaban sobre la memoria, la identidad y la búsqueda.
Luego, la naturaleza se le fue metiendo en la piel. Vinieron los juegos con animales y ella aprendió el arte del camuflaje: se volvió papagayo, armadillo, pez, zorrillo, gárgola y pajarillo... Se posó en un árbol, se detuvo en contemplación y fue una sola con natura. Entonces, alzó vuelo.
Ahora, es la alquimista que transmuta su cuerpo en paisaje e imagen. Y así nos presenta El perpetuo errante , exposición en los Museos del Banco Central (bajos de la plaza de la Cultura).
En 14 obras ( fotoperformances , tapices e instalaciones), Paredes propone una reflexión íntima acerca de la migración, el desplazamiento, el arraigo, la adaptación y la libertad.
Para lograr esta lectura profundamente poética y estéticamente impecable, ella se sirve de su cuerpo e historia, de la naturaleza y de símbolos como las plumas, el árbol y su propio cuerpo.
De la experiencia a la obra
Claro, el punto de partida es autobiográfico: Paredes nació en 1950 en Perú y la vida la ha llevado a residir en Lima, Roma (Italia), Ciudad de México (México), San José (Costa Rica) y, actualmente, en Filadelfia (Estados Unidos).
“Costa Rica –donde vivió 24 años– es lo único que conozco como casa porque dejé a Perú muy joven. Aquí me pasó la plenitud; a los 40 se te instala una consciencia de todo. En este sitio crecí como adulta e hice mi carrera; aquí viven mis hijos”, cuenta esta artista que es un pilar del arte intimista en el país.
A partir de sus vivencias, Paredes aborda la migración, no como fenómeno social ni tampoco en su dimensión política, sino como un proceso íntimo, casi privado.
“Es el proceso de transformación cuando hay una experiencia de desarraigo o desplazamiento... Cecilia ya acumuló la experiencia, tomó distancia y es el momento de la sabiduría, en que este proceso se vuelve acervo para andar por la vida”, explica María José Monge Picado, curadora de El perpetuo errante .
Y el espectador asiste a las reinvenciones y a los cambios del personaje que crea Paredes dentro de sus fotoperformances e interpreta ella misma. Es la maestra camaleón en su apogeo.
Hay una obra fundamental en este camino: Pájaro tomando un respiro (2008), en la cual ella, emplumada, se convierte en un ave que, desde un tronco, toma un respiro antes de emprender o retomar el vuelo.
La imagen se tomó un helado día después de nevar, a las 6 de la mañana, en Pensilvania (Estados Unidos). Paredes ya había entrado en su personaje, todo estaba listo, se dio un minuto y, de pronto, un venado cruzó tranquilo por la locación... Nadie habló; la fusión con la naturaleza estaba lograda y la captura de la fotografía se hizo poco después.
Anécdota aparte, este trabajo es el hilo que une las diferentes partes de la exposición, debido a elementos como las plumas, el personaje que se vuelve naturaleza, el uso de otra piel..., y emparenta la obra reciente con la anterior, cuando ella se transformaba en diferentes animales. “Es el puente”, anota Paredes.
En pleno viaje, en plena transformación, ella va encontrando las maneras para afrontar la experiencia. “Con los cambios aparece esta urgente necesidad de ser parte del paisaje. Al principio, ella está solo parada frente al tapiz y conforme se va sintiendo a gusto, menos amenazada, comienza a tener intervención”, cuenta la creadora.
En los fotoperformances , ella se despega del entorno –sin dejar de ser parte– para jugar con mariposas, mostrarnos flores en las manos, sacudir texturas, simular un decorado. Son diferentes grados de mimetismo, como bien detalla el catálogo de la exposición.
Todas las imágenes atraen por su acabado; algunas, además, muestran un toque de humor.
En esta serie de fotoperformances , Silk y La dorsal marcan un cierre y un nuevo punto de partida. Sobre un fondo negro, se ve el paisaje en ella. Su cuerpo es un espacio simbólico.
“Ella llegó a un punto en que ya es capaz de decir su propia historia. El fondo negro es silencio o un lienzo libre para escribir otra historia”, aclara la artista.
Está convencida de que estas obras la guiarán hacia su nuevo camino artístico.
Diferentes formas de volar
En la muestra sobresale la pluma como símbolo de movimiento, alas, vuelo, libertad y emprender el viaje hacia otros rumbos.
De la historia de su país natal, Paredes le suma otro significado: las plumas como símbolo de rebelión. En la implantación del catolicismo, los colonizadores prohibieron vestir al niño Jesús con plumas porque lo consideraron una muestra de paganismo; su uso era subversivo.
En la instalación El vuelo , Paredes emuló un árbol de nuestros bosques, en el que cuelgan delicados vestidos de niña elaborados con plumas de pavo real, faisán y de gallina de Guinea.
El árbol se relaciona con las raíces, con el despliegue, el crecimiento, mientras que los vestidos de plumas remiten al aire, a lo sagrado, a la liberación del espíritu, a la otra piel, a la protección, al empoderamiento.
“Siempre trato de que las obras tengan un sustento más allá de la apariencia. En estos vestidos se unen varios discursos: el de liberación femenina, el de la libertad, la rebelión... Se debe implantar la semilla de la libertad desde niña”, comenta.
Tapices y sonidos
El oído también es convocado a vivir esta propuesta. La otra instalación, Ucayali , recrea los sonidos del río peruano que lleva ese nombre, por medio del uso de palos de lluvia. De forma envolvente, nos acerca a la dimensión ritual de la obra de Paredes.
El visitante a los Museos del Banco Central encontrará Canto , Horizonte y otros tapices, una derivación de todas las reflexiones y temas que cruzan la exposición. “Es pintar sobre otro material (plumas blancas)”, agrega. Es colgar esa otra piel que son las plumas .
Memoria, historia, autorreferencialidad, naturaleza, desplazamiento, vuelo y poesía son constantes de la artista y alquimista que reconocemos en este camino y exhibición.
“En lo que tiene de polifacético, este cuerpo perpetuamente errante puede perfilar sus sentidos de múltiples manera: cuerpo-abierto, cuerpo-territorio, cuerpo-memoria, cuerpo-vuelo, cuerpo-mapa, cuerpo-hogar, cuerpo-signo, cuerpo-nexo, cuerpo-ilusorio, cuerpo-flora, cuerpo-animal, cuerpo-constructo, cuerpo-transitorio, cuerpo-cosmos, etc.”, concluye el catálogo.
El perpetuo errante es un viaje celebratorio, una fotografía de la suma de paisajes que confluyen en el universo en movimiento de una incansable alquimista : Cecilia Paredes .
No se pierda la exposición
El perpetuo errante , de Cecilia Paredes, se inauguró el 8 de setiembre y estará abierta hasta marzo del 2017 en los Museos del Banco Central, ubicados en los bajos de la plaza de la Cultura.
Horario: todos los días de 9:15 a. m. a 5 p. m. Entradas: ¢2.000 para costarricenses, ¢500 para estudiantes con uniforme o carné y ¢5.500 para extranjeros; no pagan los niños menores de 12 años y ciudadanos de oro. Los miércoles, la entrada es gratuita para nacionales y residentes con cédula.