Esta obra pertenece a la serie Mancha urbana . En esta trato de representar, de una manera gráfica o visual, el resultado del crecimiento desordenado por el que ha pasado nuestra capital, San José.
La expresió n Mancha urbana se refiere a la expansión de la urbe sobre el territorio. Esto se ejemplifica realizando una comparación entre fotografías aéreas tomadas hace más de 20 años y las fotos actuales. Al contraponerlas se observa cómo la mancha de concreto se ha propagado. Este concepto me sirve de punto de partida, y lo represento con manchas espontáneas de color; además, lo complemento con siluetas de gente que encontramos a diario en nuestro ir y venir por el centro de San José: los protagonistas.
Desde pequeño me tocó vivir un acercamiento con la gente y su entorno urbano por los lugares donde habité o durante paseos de domingo al centro de San José. Esto hizo que mi interés por expresar plásticamente esos temas se convirtiese en una búsqueda por mostrar lugares y momentos que reflejen quién soy. Como en muchos casos se dice, “toda obra viene a ser un autorretrato”.
A esta serie la antecede Gente, ruido y basura (2002), trabajo del quinto año de la carrera de Artes Plásticas con énfasis en Grabado de la Universidad de Costa Rica. En aquel trabajo aludí a lo primero que se me venía a la mente a la hora de pensar en el lugar donde vivo.
Después de Mancha urbana vinieron Tránsitos (2007) y Anónimos (2008), series en las que se abordan respectivamente la cotidianidad y la convivencia con el desconocido.
Mancha urbana se expuso por primera vez en el 2006 en la Galería Dau al Set, que estaba ubicada en Cuesta de Moras, al oeste de la Asamblea Legislativa. Luego tuve la oportunidad de exhibirla en la Escuela de Artes Plásticas de la UCR, así como en diversas exposiciones de carácter colectivo, incluida a la VIII Trienal de Chamalières, Francia.
La serie de grabado s Mancha urbana desarrolla la técnica de la serigrafía. Presenta una variedad de formatos, desde muy pequeños (como la imagen que aquí observamos: de 8 x 10 cm), pasando por tamaños medianos hasta llegar al gran formato.
En todos los grabados podemos observar colores cálidos, contrastados y con un grado de transparencia para que las capas de color se mezclen creando vibraciones tonales. En unos grabados es fácil identificar al sujeto, pero hay otros donde el fondo se confunde con los primeros planos: se logran así obras poco figurativas. Además, se juega con la distancia visual, de forma que, ante algunas obras, sea necesario alejarse para descifrar los elementos que componen la imagen.
Este grupo de obras se compone de 25 ediciones de 4 a 10 copias cada una. Recordemos que, en el grabado, el artista realiza una serie limitada de obras iguales, o copias; a esto se llama una “edición”.
Como artista grabador siempre me he sentido muy a gusto con la serigrafía pues me permite combinar procesos artesanales con medios modernos, como la fotografía, la manipulación digital de la imagen y la impresión manual. Asimismo, la técnica facilita el experimentar durante las diferentes etapas de la creación.