Cuando uno ve una película como Matar o morir (2018), dirigida de manera artesanal por Pierre Morel, rápido se descubre lo que ella será en su metraje, y así será, porque no pasa de ser una producción a ritmo de metralleta que acumula muchas cosas, pero sin ahondar en ninguna (quien mucho abarca, poco aprieta).
Matar o morir es tan solo un desenfreno de violencia innecesaria que ni siquiera logra crear una atmósfera específica más allá de eso. Con tanta violencia fanática solo tenemos una galopante sucesión de muertes gratuitas, con la correspondiente destrucción de su mínima construcción dramática. Es la historia, en este caso, de una asesina en serie.
Esta es la base de lo narrado: Riley North (Jennifer Garner) despierta de un coma. Es cuando le confirman que su marido y su hija han sido brutalmente asesinados por un grupo de mafiosos de la droga. Sin embargo, Riley logra reconocer a los asesinos.
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Años después, cuando llega el momento del juicio, Riley se siente inútil cuando se percata que dicha mafia ha comprado a cuanta persona le sea necesaria para que los sicarios del caso queden libres. A Riley North solo le queda un camino: desparecer por un tiempo, adiestrarse y asumir la justicia por su mano, con toda la crueldad del caso.
De ahí en adelante, el filme va de crimen en crimen, con una mujer que dejaría pálida a la propia fémina superhéroe llamada Elektra, la de la película del mismo nombre, del 2005, dirigida por Rob Bowman y con la misma actriz de Matar o morir: Jennifer Garner.
Lo cierto es que el personaje mentado, Riley North, semeja un monstruo de mil cabezas, especie de mensajera de la muerte, con actuación acartonada a una sola y dura expresión por parte de la actriz Jennifer Garner: la de un personaje violento, colérico, cruel y destemplado, o sea, concierto histriónico en una sola cuerda.
De ahí no pasa la película. Su lenguaje fílmico está solo en función de mostrarnos a dicha actriz y no a su personaje, dada la superficialidad con que este es mostrado en sus contradicciones. Esto parece ser una constante en las películas del director francés Pierre Morel (recordemos Búsqueda implacable, del 2008, protagonizada por Liam Neeson).
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El entramado visual de Matar o morir está concebido como algo funcional para sostener a la señora Garner con su personaje violento, según las convenciones del cine comercial propio de los filmes de acción que son festival de tiroteos (carácter pirotécnico).
Si uno hila con cuidado ideológico, se puede afirmar que Matar o morir resume una conducta fascista. Con ello, aumenta el desencanto que me produjo este filme sin densidad dramática que, como leí alguna vez, es elevación del cine basura como representación del cine de acción.