Limón
La ciudad de Limón celebra este viernes con inusual energía: mañana, al mediodía, sus calles estarán consumidas en la mayor fiesta del año para el pueblo caribeño. El Gran Desfile de los Carnavales de Limón, que reunió a 2.000 participantes en el 2012, arrancarán en el barrio Roosevelt y concluirán cerca del edificio de Correos de Limón.
Las tres comparsas locales de Limón ensayan en la última noche antes del gran desfile de los carnavales. Los Brasileiros, Los Indios Alegres y Los Espectaculares de Limoncito afinan sus pasos para divertir al puerto caribeño. Esta noche, los Espectaculares de Limoncito se reunieron para practicar una coreografía que llevarán del barrio Roosevelt al edificio de Correos en Limón.
Los Espectaculares de Limoncito está conformada por niños de varios barrios del sur de Limón, donde el ritmo se aprende temprano. Guillermo Rodríguez, director de la banda de 20 años, comentó que los participantes se unen desde muy pequeños para tocar los instrumentos y bailar en fiestas populares.
"Ya tiene 20 años; estamos celebrando nuestro 20.° aniversario en este carnaval", comentó Rodríguez. La comparsa anima fiestas en Siquirres, Palmares, Desamparados y otros lugares de Costa Rica. Este año esperan unirse a los carnavales de Puntarenas por primera vez.
Los chicos se reunieron en una pequeña calle del barrio Limoncito, junto al río. Algunos no sobrepasan los siete años; los mayores se encargan de la percusión y coordinan los bailes de los chicos. En medio, Martínez pita y marca el ritmo de los pasos. Varios vecinos curiosos y mamás orgullosas se acercaron a apreciar el concierto callejero, que mañana deslumbrará en el centro de la ciudad.
"Esta es una comparsa que tiene una parte de aprendizaje cultural y de ritmos caribeños desde que los niños tienen cuatro o cinco añitos", explica Rodríguez. "Me gusta ayudar a las personas. Principalmente, a los niños, porque no tuve la oportunidad de tener hijos. La gente me dice: 'Memo, sus hijos son los hijos de otros' ", cuenta. Rodríguez ha dirigido múltiples bandas de Limón y de Guápiles, continuando el legado de su madre.
Con la luna llena y una ciudad en plena ebullición, los carnavales prometen traer más calor al pueblo costero. Esta fiesta se ha vivido en todas las esquinas del centro, aunque discretamente: el colorido boulevard que sale del Parque Vargas está repleto de ventas, bandas que practican espontáneamente, personajes disfrazados que se fotografías con chicos y música bailable. Aunque la ciudad está tranquila y muchas calles permanecen silenciosas, todos saben que están invitados a la fiesta del sábado.