Madrid
Sus formas excedían los tradicionales cánones de belleza. Su presencia no pasaba inadvertida. Pero en los concursos de belleza a los que se presentaba Sofía Loren cuando tenía 15 años, en busca del resorte que la impulsara a la fama, siempre le guardaban un segundo puesto.
La italiana, entonces apellidada Scicolone, dejaba perplejo al jurado, pero no acababa de encajar. Las negativas, su inexperiencia y timidez no le impidieron perseverar.
Sesenta y cinco años después, recién cumplidos los 80, ha publicado sus memorias para celebrar una vida de éxitos.
La imagen de la gran diva se desvanece en las primeras páginas del libro Ayer, hoy y mañana , el mismo título que una de sus películas. En su lugar aparece la mujer, la madre, la abuela que espera con las manos hundidas en masa de struffoli y con un delantal. Su retrato no defrauda, todo lo contrario, la eleva a la mujer real. En su relato regresa a su Nápoles natal, a las miserias de una familia pobre fustigada por la II Guerra Mundial. Tenía seis años y se escondía en los túneles del tren para huir del zumbido de los aviones, junto a las ratas y los escarabajos.
Rechazada por su padre, la pequeña Sofía crece al lado de su abuela y su “mamaíta”. La joven Sofía Loren no comprendía a su madre, reconoce que en ocasiones sentía “vergüenza” ante una mujer que perseguía una y otra vez al hombre que la había abandonado embarazada y sin recursos.
El ascenso. Tras su paso por numerosos concursos de belleza, la actriz consiguió su primera audición para el cine. Era 1950 y la superproducción Quo vadis? desembarcó en Roma “como si Hollywood se hubiera mudado al Tíber”. Así se marcó el verdadero principio de su historia.
“Soy tan perfeccionista que a veces me canso de mí misma”, reconoce Loren en sus memorias. Quizás esa obsesión por tener el control la llevó a memorizar cada guion al dedillo y a perseguir su mayor sueño: una familia.
El productor Carlo Ponti, 22 años mayor que ella, no solo la descubrió como actriz a los 17, sino que se convirtió en el gran amor de su vida. Con él tuvo dos hijos después de sufrir dos abortos que la sumieron en una profunda tristeza.
Un ginecólogo llegó a decirle: “Señora, usted tiene unas caderas estupendas, es una mujer muy hermosa, pero nunca tendrá un hijo”. Aquel doctor destrozó sus esperanzas, pero se equivocó. Carlo Hubert Leone Jr. y Edoardo le permitieron realizar “su cuento de hadas”.
Loren no pierde la actitud que la llevó a convertirse en la primer intérprete en ganar un Oscar por un papel en habla no inglesa —por Dos mujeres , 1961—: “Envejecer puede ser agradable, e incluso divertido, si sabes cómo emplear el tiempo, si estás satisfecho de lo que has logrado y si sigues conservando la ilusión”. La vida de Sofía Scicolone es para estar satisfecho.