Sonrisa de pícaro, ojos de niño. Carcajadas que hoy se lloran y dejan mil preguntas son las de Robin Williams, el ‘payaso’ de la invisible amargura.
¿Un suicidio? –¡No puede ser Patch! ¡No lo creo Señora Doubtfire! ¡No lo acepto Mork!–. Ayer, el cine pasó de las risas a las lágrimas, del melodrama ‘bicentenario’ a la vida real. A los 63 años, Williams dio su último suspiro.
Apenas pasaron 20 días desde su cumpleaños y fue la policía de California la que impactó con la triste noticia. “Robin apareció muerto en su casa”, replicaron los titulares, agregando que un suicidio por asfixia –aparentemente– habría sido el motivo de su inesperado deceso.
¿Qué pasó Robin?
Precisamente, el día que apagó velitas, muchos se sorprendieron al escuchar que había acudido por “enésima” ocasión a un centro de rehabilitación. El actor de filmes como La sociedad de los poeta muertos , Patch Adams y ganador del Óscar por Good Will Hunting , padecía una adicción que muy pocos conocían: la cocaína y el alcohol.
Cerca del 21 de julio, el día de su natalicio, TMZ informó que Williams había visitado un centro de tratamiento de adicciones, situado en Minesota. Al parecer, tenía 10 años de sobriedad y se sometía al internamiento para reforzar su ya considerable marca.
Pero el cómico estaba “severamente deprimido” y al parecer no era nada nuevo. Así lo confirmó su representante, Mara Buxbaum, al semanario Entertainment Weekly.
Williams era, al parecer, el payaso más triste de Hollywood.
Christopher Reeve, conocido actor que interpretó a Superman en el cine y que murió en el 2004, contó una vez que la primera persona que lo hizo reír tras quedar parapléjico fue Robin Williams.
Fueron compañeros de actuación en la Julliard School y amigos durante toda la vida. Cuando estaba ingresado en el hospital, Williams se hizo pasar por un doctor ruso que quería practicarle una colonoscopia.
Ese era el terreno del actor: la risa para ocultar el llanto.
Su esposa, Susan Schneider lo resume así: “El mundo perdió a uno de los artistas más queridos y uno de los seres humanos más hermosos”. Siempre inyectando alegría, aunque quizá él mismo no la poseía. Hoy, los rumores de suicidio se ciernen de manera terrible sobre la muerte de uno de los grandes cómicos de Hollywood.
Genio y figura. Williams, nacido en Chicago en 1951, había combinado desde muy joven su genio interpretativo con una vida personal plagada de debilidades.
Antes de saltar a la interpretación, había empezado a estudiar Ciencias Políticas, una inquietud que nunca lo abandonó en sus ácidas comparecencias públicas. En el 2004, cuando presentó en Berlín The Final Cut –uno de sus filmes más oscuros–, disparó una frase que dejó a todos perplejos.
“No sé qué hacemos buscando armas químicas en Irak, cuando sería más fácil mirar en los albaranes del Pentágono”, expresó.
Y antes de llegar a la fama, que se fraguó en la televisión de los años 70 con series como Happy Days y, sobre todo, Mork & Mindy , ya había coqueteado peligrosamente con la cocaína.
El cine tardó más en darle la bienvenida, pero lo hizo a lo grande con Good Morning Vietnam (1988), de Barry Levinson, que sacó a relucir su rapidez verbal y su capacidad para combinar una sonrisa con una mirada triste. También le supuso su primera nominación al Óscar y abrió su mejor época profesional, que continuó con La sociedad de los poetas muertos (1989).
El trío de ases se redondeó con The Fisher King (1991), de su ídolo cómico, Terry Gilliam.
En 1992, Disney pensó en Robin como el único capaz de poner voz al genio de Aladdin. Su gigantesco éxito comercial, y su pericia fue tan bárbara, que algunos pidieron una cuarta nominación al Óscar, esta vez por un trabajo de doblaje.
Como rezaba la canción, que él personaje cantaba, no había en el mundo “un genio tan genial ” .
Pero Steven Spielberg no lo vio tan engreído y pensó en darle el papel de un Peter Pan amargado, volviendo al Nunca Jamás para solucionar su insatisfacción. Era la cinta Hook (1991), en la que Williams reafirmó su conexión con uno de sus públicos más fieles: el infantil.
Mrs. Doubtfire (1993), filme en el que se convirtió en una adorable niñera para estar más tiempo con sus hijos, le reportó un Globo de Oro y desplegó una paleta aún más amplia de talentos.
Seguirían otros filmes como Jumanji (1995), la inolvidable Patch Adams (1998) y la incomprendida Jack (1996), rareza agridulce de Francis Ford Coppola.
Eso sí, a la cuarta nominación, finalmente llegó el Óscar, en 1997. Esta vez como actor secundario y en la piel de un personaje tan agridulce como él mismo. El psiquiatra viudo de Good Will Hunting , de Gus Van Sant.
Por primera vez en su vida, Williams se quedó sin palabras. Al recibir el Óscar la ovación de la Academia fue tan grande, que lo superó por un instante, hasta que recuperó el aliento y empezó a hacer lo que amaba: ¡bromear!
Desde entonces, en cambio, nunca volvió a conseguir un gran papel a la altura de su talento.
Participó en películas notables como Insomnia , del ahora idolatrado Christopher Nolan; prestó su voz a animaciones como Happy Feet y volvió a poner su grano de arena en éxitos de taquilla como Una noche en el museo , de la que por cierto dejó filmada su tercera parte (se estrenará en diciembre).
Amargura. En el 2006, tras reconocer su alcoholismo, Williams se internó en un centro de rehabilitación y, en el 2009, sufrió problemas cardíacos.
Sin embargo, nada parecía indicar que Robin Williams –que seguía más en el corazón del espectador que en la mente de los productores–, se iría así sin más.
Se había anunciado una secuela de Mrs. Doubfire y disfrutaba de un matrimonio todavía corto pero estable con Susan Schneider.
Y es que Williams también tuvo una vida sentimental caótica, a la que sobreviven tres hijos de sus dos primeras esposas: Valerie Velardi y Marsha Garces.
Su reingreso a un centro de rehabilitación, en el mes de su cumpleaños, habría sido el grito desesperado de que algo no andaba bien. El cómico estaba triste y, lo peor de todo, es que ya no está.
Vea a continuación, diez películas de Robin Williams que siempre recordaremos:
10. Aladdin (1992)
La voz inmediatamente reconocible de Williams lo hizo una selección obvia cuando comenzó la nueva era dorada de las películas animadas. En Aladdin, interpretó al genio, y sobra decir que se roba el show de uno de los mayores éxitos de Disney. También brindó su voz a personajes en Happy Feet (2006) y A.I. Artificial Intelligence (2001), entre otras.
9. Hook (1991)
La habilidad de Williams para transformarse en los más caricaturescos personajes lo hizo un inolvidable, aunque poco ortodoxo, Peter Pan... tanto, que su personaje le robó el título del filme al protagonista.
8. One Hour Photo (2002)
El lado oscuro de William sobresalió a principios de la década del 2000. One Hour Photo fue una atrevida apuesta por mostrarlo en el oscuro rol del acosador de una familia.
7. Insomnia (Insomnio, 2002)
Christopher Nolan extrajo una interpretación tenebrosa de Williams en este remake de un thriller noruego, que el actor coprotagonizó con Hilary Swank y Al Pacino.
6. The World According to Garp (El mundo según Garp, 1982)
Junto con Glenn Close y John Lithgow, llevó a la vida una de las principales novelas de John Irving. Tras su salto a la fama en la teleserie Mork y Mindy, este fue uno de los mayores papeles cinematográficos que tomó – justo al comienzo de la década en la que se hizo una superestrella –.
5. Awakenings (Despertares, 1991)
Williams, como el doctor Malcolm Sayer, cuida a un grupo de pacientes catatónicos y los ayuda con nuevos medicamentos. Consigue breves momentos de lucidez para sus pacientes, pero ello le ayuda a él y a sus familiares a ver la vida de una nueva manera.
4. Good Will Hunting (1997)
El único premio Óscar que recibió Williams fue como mejor actor de reparto como el terapeuta que ayuda a un joven genio (interpretado por Matt Damon).
3. Good Morning, Vietnam! (1987)
Comedia y drama nunca estuvieron más cerca que en esta historia de un locutor radial que intenta llevar algo de ánimo a los deprimidos soldados del frente vietnamita.
2. Mrs. Doubtfire (La señora Doubtfire, 1993)
En una de sus películas más populares, Williams interpreta a un padre que haría lo que fuera por pasar tiempo con sus hijos nuevamente tras un divorcio. Vestido como una institutriz, se acerca nuevamente a los que más ama.
1. Dead Poets Society (La sociedad de los poetas muertos, 1989)
El idealista profesor John Keating llega a una elitista escuela a intentar enseñar a sus estudiantes la pasión por la poesía y por la vida misma. El problema, claro está, es que la vida tiene sus propios designios. Carpe Diem!
Sin duda, se nos quedan por fuera Patch Adams, La jaula de las locas, El hombre bicentenario, Jumanji... y tantas otras. Cuéntenos cuál es su película preferida con Robin Williams en los comentarios.