De pie sobre un escenario, frente a centenares de personas que lo escuchan, el doctor Martin Luther King acerca su rostro al micrófono. “Es inaceptable”, clama con vigor, “que utilicen su poder para mantenernos sin voz”.
Las palabras son parte de una obra de ficción, expresadas por un actor –el británico David Oyelowo–, frente a un grupo de extras que pretenden que el año es 1965. Sin embargo, tienen la misma validez hoy, en el mundo real, todos los días.
El estreno de la película Selma coincide con el aniversario número 50 de las marchas que King lideró, reclamando el derecho al voto para los ciudadanos estadounidenses afroamericanos.
La vigencia de su lucha, sin embargo, permanece intacta.
Protesta. Selma inicia justo en uno de los momentos más altos de la vida de Martin Luther King: en 1964, en la ciudad de Oslo, capital de Noruega, apenas un par de horas antes de recibir el premio Nóbel de la Paz.
Tras su regreso a Estados Unidos, King vuelve a tomar las riendas de la lucha por los derechos civiles de los negros.
El movimiento alcanza su punto de quiebre en el condado de Selma, en el sureño estado de Alabama: desde allí se organizan tres marchas hacia Montgomery –capital del estado–, en señal de protesta y exigiendo un cambio inmediato en la legislación que asegure el derecho al voto para los afroamericanos.
Dirigida por Ava DuVernay, quien, además, tuvo gran peso en el guion, la película ha cosechado un tremendo éxito entre la crítica: la respaldan sus nominaciones a distintos premios, incluido el Globo de Oro y el Óscar a mejor película del año.
No por ello, empero, ha estado exenta de polémica y reclamos, sobre todo por su representación de Lyndon Johnson, presidente de Estados Unidos durante los eventos históricos que se muestran en la película.
En la obra de DuVernay, Johnson se asemeja a un villano, un rival de Martin Luther King que intenta interrumpir sus planes de redención.
Esto se contrapone a la versión histórica de que Johnson fue más un colaborador de King y un actor vital en la defensa de los derechos de los afroamericanos.
DuVernay, por su parte, se ha defendido de las acusaciones alegando que el suyo es un trabajo de ficción y no un documental, por lo que las licencias creativas son válidas.
El debate ha potenciado la calidad de la cinta. Selma , amparada en su respaldo crítico, podría dar la campanada en los Óscar.
El doctor Martin Luther King tiene un puesto asegurado en los anaqueles históricos de la humanidad hasta el fin de los tiempos, gracias a su trascendental papel en la lucha por los derechos civiles de las personas afroamericanas en Estados Unidos. Su leyenda, sostenida por sus acciones, se ha propagado gracias a su don de palabra: la elocuencia y capacidad oratoria de King es una institución estadounidense y universal. ¿Quién no ha escuchado, como mínimo, la frase I have a dream, desprendida de su uno de sus más célebres discursos?Sin embargo, las palabras de King no son parte de su legado artístico. De hecho, los discursos que se escuchan durante Selma fueron, en realidad, redactados por la directora de la cinta, Ava DuVernay. Los herederos de King, dueños de los derechos de los sermones del activista, no permitieron a los productores de la película utilizar ninguno de sus discursos originales. La censura ha sido una práctica común de la familia King a lo largo de los años.Los discursos de King ni siquiera se encuentran en los Archivos Nacionales de Estados Unidos.Esto ha generado oleadas de crítica. Las voces en contra aseguran que los discursos de King pertenecen al dominio público, tanto por su preponderancia histórica como por el hecho de que fueron pronunciados frente a una audiencia masiva y no durante un evento privado. Por lo pronto, los King siguen ejerciendo sus derechos sobre las legendarias palabras de Martin Luther.