Nueva York. EFE
Lauren Bacall murió a los 89 años, pero durante medio siglo fue la viuda de Hollywood gracias –o por culpa– de su matrimonio con Humphrey Bogart, quien le aseguró su lugar en la historia pero eclipsó una trayectoria que incluyó dos premios Tony (teatro), un National Book Award y un puñado de obras maestras del cine.
Cuando Lauren Bacall tenía 19 años y estaba promocionando en Nueva York su primera película, To Have and Have Not , rodeada de su futuro marido, Humphrey Bogart (basada en un texto de Ernest Hemingway), el dramaturgo Moss Hart se le acercó y le dijo: “Te das cuenta, por supuesto, que a partir de ahora solo puedes ir hacia abajo, ¿verdad?”.
Hart se equivocó. Lauren Bacall, “la flaca” o “la mirada” como se la conocía en Hollywood, tenía mucho más que decir que aquel diálogo con Bogart: “No tienes que actuar conmigo. No tienes que decir nada ni hacer nada. O tal vez, solo silbar. Sabes cómo silbar, ¿verdad Steve? Solo junta los labios y silba”.
Le quedaba por delante una vida tan llena de etapas.
“¡Qué vida!”, exclamó en 1993 cuando recibió el premio Cecil B. DeMille en los Globos de Oro por una larga carrera.
Una vida tan interesante que su autobiografía By Myself (1978) le reportó el galardón National Book Award, y resultó tan duradera que en 1994 escribió otra titulada Now , a la que tuvo que añadir un anexo en el 2005.
William Venegas, crítico de cine de La Nación , abundó en elogios el trabajo de la viuda de Bogie (como llamaba Bacall a su esposo).
“Estamos hablando de una gran actriz, diva y luchadora. Surgió en un momento de Hollywood en que era importante unir el concepto de divismo con las cualidades histriónicas, belleza y buena presencia. En ella, como en Greta Garbo, se unen esos elementos”, aseguró Venegas.
Comienzos. Lauren Bacall, nació el 16 de septiembre de 1924 en el Bronx (Nueva York), con el nombre de Betty Joan Perske, tenía sangre judía polaca y rumana; superada una inicial vocación de periodista, enfocó su carrera a la interpretación.
Estudió en la American Academy of Dramatic Arts y tuvo su debut profesional un 17 de setiembre de 1942, a los 18 años y un día de edad. Llegó al cine cuando la esposa del director Howard Hawks la vio en una revista y le recomendó a su marido que le permitiera participar de una audición.
“Nunca fui adolescente”, le dijo a Terenci Moix en una entrevista en la que se definió como “muy vulnerable y muy insegura”.
Ninguna inseguridad tuvieron los de la Warner Brothers en cuanto vieron su sinuoso físico, su mirada felina y una voz como si hubiese nacido con un cigarrillo y un whisky con hielo.
De inmediato, le reservaron una entrada por todo lo alto como “mujer fatal” de Bogart. Howard Hawks fue el que le propuso que se llamara Lauren. Bacal era el apellido de su madre, ella le agregó la segunda ele para que resultara más sencillo de pronunciar, según le confesó a Vanity Fair .
Tras el explosivo debut llegaron tres películas más: The Big Sleep , con guión de Raymond Chandler; Dark Passage , de Delmer Daves, y Key Largo , de John Houston.
“Ella daba el tono exacto para las películas del llamado cine negro, esas en donde se apoderaba de los personajes o los hacía enigmáticos; eso la volvió muy apetecida para los directores de la época, que hicieron policiales para denunciar la corrupción de la sociedad”, agregó el crítico Venegas.
Bacall siempre reconoció su prioridad como esposa que como estrella, y se río de esa imagen proyectada en su primera etapa.
Muchos años después, sentada cómodamente en su apartamento de Nueva York, le dijo a Vanity Fair que Bogart quería una esposa no una actriz y que si ella quería que él le ayudara a impulsar su carrera con gusto lo haría, pero, que no llegarían al altar.
No obstante, su carrera no se detuvo. Llegaron largometrajes como la comedia sofisticada How to Marry a Millionarie y Designing Woman , los filmes que marcaron el camino de la emancipación artística de Bacall, o el de la evasión mientras Bogart caía enfermo de cáncer y la dejaba viuda con solo 32 años.
Sostuvo una relación de transición con Frank Sinatra, el hombre del que dijo que le gustaría “que se callara y cantara”, y profesionalmente tuvo un elegante coqueteo con el melodrama de Douglas Sirk en Written on the Wind .
Cuatro años después de la muerte de Bogart, y a pesar de que llegó a anunciar segundas nupcias con Sinatra, fue Jason Robards Jr., otro bebedor empedernido, el que sedujo su corazón.
No fue capaz de enamorarse de nuevo del cine y eso llevó a que Lauren Bacall regresara a su Nueva York natal para enfocar su carrera en el célebre teatro de Broadway.
El premio Óscar al que nunca la nominaban fue compensado con dos premios Tony por dos musicales irónicamente basados en filmes del Hollywood clásico: Applause , en el que interpretó el personaje de su admirada Bette Davis en All about Eve , y The Woman of the Year , en la que retomó el papel de su amiga Katharine Hepburn, en la película del mismo título.
Sobre el escenario, su elegancia resultó todavía más evidente, su energía sorprendente y su voz al cantar reproducía la sensualidad ronca que siempre tuvo.
Bacall resucitó como dama del teatro. “El musical ha sido para mí una nueva oportunidad, como volver a nacer”, dijo entonces al verse, por fin, como una estrella por sí misma. Ese By Myself que dio nombre a su biografía.
Pero cuando la vida de Lauren Bacall parecía que ya solo quedaba para cosechar premios honoríficos (el Donostia de San Sebastián, el citado Cecil B. DeMille y el reconocimiento del Festival de Berlín en los noventa), Lauren Bacall pidió una nueva prórroga y, con un coqueto papel de anciana en Mirror Has to Faces , de Barbra Streisand, fue nominada por primera vez al Óscar en 1997.
Todo el mundo daba por hecho que se llevaría la estatuilla, incluida Juliette Binoche, la que, finalmente, ganó. Y si bien Bacall dio la peor interpretación de su carrera al intentar disimular la decepción de su derrota, su carrera se revitalizó.
“¿Qué significa eso de mi edad? ¿Qué edad? Trabajar no es cuestión de edad. Seguir trabajando significa seguir con vida”, le respondió a un periodista en Berlín al presentar The Walker , una interesante intriga de Paul Schrader.
Sus últimas intervenciones fueron muy escogidas pero exquisitas, con nombres como Dogville y Eve , un exquisito cortometraje dirigido por Natalie Portman. Cuando recibió el Óscar honorífico, solo dijo. “Por fin, ¡un hombre!”.
Luchadora. Otra faceta importante de la actriz, en la que mostró su temple, fue en la defensa pública en contra de la caza de brujas del senador McCarthy, en los años del “macartismo” anticomunista en los Estados Unidos.
“Ella fue valiente e históricamente importante. Ellos (Bacall y Bogart) fueron la cabeza del movimiento en contra del macartismo que veía comunistas hasta debajo de los trípodes de las cámaras de Hollywood y ellos defendieron a los actores, guionistas y todo aquel al que por tener ideas progresistas eran acusados de comunistas”, finalizó Venegas.