He aquí una película hecha para el servicio exclusivo de la actriz Julia Roberts y como blanda opción comercial, a partir de una novela de éxito, escrita por Elizabeth Gilbert. Los encargados de la adaptación para el cine han sido Jennifer Salt y el propio director, Ryan Murphy. Se titula
La historia habla sobre una mujer inestable y de plata –la autora de la novela– quien descubre que el matrimonio no va con ella, con el inconveniente de que está casada. O sea, se le termina el combustible. Se divorcia y deja a su marido en el peor estado emocional. La mujer, Liz, no se queda para vestir santos y pronto se engancha de alguien más joven que ella. Dicen que árbol torcido no se puede enderezar y Liz pronto se sentirá de nuevo insatisfecha. Como ella tiene plata, se da un viajecito para reencontrarse. Es así como Liz se marcha a Italia, a la India y luego a Bali.
Lo que sigue es un retrato costumbrista bastante falseado sobre los estilos de vida en esos países y sobre la inclusión de Liz en ellos; de paso, ella siempre con una actitud bastante burguesa. Así, lo cierto es que la historia da para poco. Eso hace que el filme sea más superficial que un mal ungüento en la piel, donde los minutos pasan sin ninguna trascendencia para la historia, con un personaje que se desploma pronto como punto de interés y el filme se viene abajo con él (con ella, en este caso). Ya se sabe: sin bueyes, el granero está vacío.
Por su parte, Julia Roberts hace poco por salvar a la película del estado de coma en que cae. Esta actriz se limita a pasar por el relato sin que el relato pase por ella. De seguro, puso más emoción al cobrar su cheque que al ganárselo con su mala actuación. Cuando la cinta fenece por su propia cobardía, aparece otro amor para Liz, encarnado por Javier Bardem de manera vana, y la trama se pone más cursi para hallar su final feliz. No sabemos si en una secuela, Liz se irá en búsqueda de otro hombre.