“Descubrí que hay espectadores tan apasionados al cine, que son capaces de premiar a un crítico en lugar de a una película”, bromeó el brasileño José Carlos Avellar, quien a finales de octubre recibió el premio Fénix de la International Federation of Film Critics (Fipresci) .
Avellar, quien está acostumbrado a entregar premios pero jamás a recibirlos, impartió un taller de crítica en el pasado Festival Paz con la Tierra y conversó con Viva sobre su vida halagando, analizando o “destruyendo” películas.
Usted comenta que ha visto algo de cine tico. ¿Qué piensa en general de nuestras producciones?
He visto poco, pero lo que he visto me genera una sensación agradable de nacimiento, de descubrimiento. Así como un ser comienza a mirarse a sí mismo, a verse sus pies y tomar conciencia de su cuerpo, así se ve el cine en Costa Rica.
¿Qué película tica ejemplifica eso que usted dice?
Puerto Padre , por ejemplo, es una construcción casi realista. Es como mirarse a sí mismo y querer componer un espejo vivo de la sociedad.
”Por otro lado, vemos una película como Muñecas rusas , que está lejos de la realidad inmediata, de la naturalidad visible y que presenta como una composición formal para hablar de un sentimiento. De ese encuentro entre las dos tendencias, se puede generar un cine bastante creativo”.
Para usted, ¿cuál es la principal tarea de un crítico?
Un crítico debe guiar al público a una reflexión sobre lo que la película nos cuenta. No es decir si la película es buena o mala.
”Es hacernos pensar y comprender lo que una película nos cuenta más allá de si está hecha en China o en algún país donde nunca hayamos estado. Más que el diálogo, es más lo que nos dice el personaje con el cuerpo, con su mirada, con sus movimientos.
¿Usted lee a otros críticos?
Sí claro, los leo.
¿Qué piensa de la crítica cinematográfica que se hace actualmente en el mundo?
Pienso que hay una costumbre de actuar como elemento de consumo, calificando las películas con estrellitas o pulgares hacia arriba o abajo.
”Más allá de eso, la crítica debe ayudar al público a tener una conversación con la película que ha visto. La buena crítica es la que hace que el espectador salga del cine, camine a su casa y se ponga a pensar más allá. El placer de ver una película no se termina en el momento que acaba la función.
¿Tiene un filme preferido?
Tengo muchos. No podría decir uno en específico.
”Yo, exagerando un poco, digo que las malas películas son las que más me gustan. Hay ocasiones en las que mirar una película mala me divierte por que la veo y digo: ‘Ahora comprendo porque me gustó la otra’ (se ríe). A veces, también, en una mala película encuentras una partecita que se ha hecho bien y lo sabes notar.
Pero algún filme que como crítico o persona lo haya marcado.
El gran filme de mi vida es el cine. Yo comprendo la vida mirando el cine, así como otras personas la comprenden a través de la ciencia u otras cosas.
”Muchas veces yo llego cansado a casa y me pongo a buscar una película en la televisión. Mi esposa me dice: ‘¿No estás cansado?, has otra cosa, además no hay nada bueno’. Yo le respondo: ‘No importa, no hace falta, ver una película me refresca la memoria’”.
¿Qué piensa de las famosas listas que clasifican a las películas como las mejores de la historia del cine?
Son buenas provocaciones, que hacen crear en el público el deseo de ver una película. Pero son un juego, nada más. Si se le pregunta a alguien que nunca ha salido de San José: ‘¿Cuál es la mejor película de la historia?’, su respuesta se limitará a lo que se ha exhibido en San José.