Fue en uno de esos premios de la industria fílmica pasada por la prensa, en la entrega de los Globos de Oro, ahí, donde la actriz Julianne Moore dio las gracias porque hubiese personas que le ponían atención a un filme tan sencillo como lo es Siempre Alice (2014).
Tenía razón. Tiene razón. Dicha película llega ahora al país de las manos de Richard Glatzer y de Wash Westmoreland en la realización. Ellos dos fueron matrimonio en la vida real y pareja por muchos años, hasta la muerte de Glatzer hace poco, el 10 de marzo de este año.
Ambos directores fueron de un solo sentir, lo que es palpable en su filmografía. El primero nació y murió en Estados Unidos, el segundo es inglés.
Pues bien, a partir de las palabras de la actriz de Siempre Alice , esta es una película con sentida sencillez, pero concebida con gran calado humano.
Historia. El argumento narra la historia de Alice Howland, profesora universitaria de Lingüística, con un matrimonio feliz, dos hijas y un hijo, quien descubre que se le están olvidando muchas pequeñas cosas.
Incluso, un día en que sale a correr por las calles, no reconoce el lugar donde se encuentra.
Cuando Alice acude al médico especialista, se entera que para ella hay un futuro difícil, por decirlo de alguna manera.
Se le diagnostica un brote prematuro de la enfermedad de Alzheimer.
De ahí corre la trama de la película, no con la lucha por vencer su enfermedad, sino con el conmovedor esfuerzo de Alice por mantenerse conectada, de alguna manera, con ella misma.
Drama. Los directores se cuidan de no llevar su película al terreno folletinesco, aunque les es ineludible desplegar ciertos momentos melodramáticos, sobre todo cuando se retrata la relación de una mujer que pierde su memoria, ante su esposo y ante su hijo e hijas, con cada uno.
Por cualquier parte que se le mire, Siempre Alice es filme para recordar lo quebradizo que es el ser humano: el mundo más rigurosamente ordenado se nos puede venir a pique en un dos por tres.
Podemos despertarnos de una manera en la mañana y dormirnos al anochecer de otra totalmente distinta.
¿Qué queda de una persona cuando la memoria desaparece de ella? La pregunta es inquietante, pero la respuesta es mucho más turbadora. Por aquí marca su norte la película y por ahí transcurre sin perder coherencia.
Si con esta historia en pantalla se nos materializa la impotencia ante un hecho duro, los espectadores llegamos a sentirnos igualmente impotentes: el filme logra este propósito sin manipulaciones arteras y sin devaneos narrativos.
Ese es el mérito de Siempre Alice . No pretende ir más allá de sus posibilidades, pero se afana por narrar bien lo que narra.
Por supuesto, la gran actuación de Julianne Moore nos sumerge como nadie en esa condición cruel del deterioro humano. Ella es una gran actriz. Aquí lo confirma.
Es posible que a esta película le vaya mejor en televisión, porque hay algo de televisual en su estructura. No es filme para “gozarlo” exactamente, qué va, pero sí le aportamos la debida recomendación.