EscucharSucede en invierno, en Marsella, frente al mar y sus bravuras, pero dador de alimentos. Acontece en una casa donde se reúnen personajes que pueden retratarnos a usted y a mí: sujetos que llevan su humanidad adentro de la piel. No son superhéroes. No. Eso queda para el cine comercial de Hollywood.
La película que nos muestra a dichos personajes tiene el expresivo título de La casa frente al mar (2017) y es una muestra del arte siempre consecuente –en estilo y conceptos– del director Robert Guédiguian, francés, quien casi siempre tiene en su elenco a dos maestros de la actuación: Ariane Ascaride, su esposa, y Jean-Pierre Darrousin.
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'La casa frente al mar' es cine que permite lucirse a la joven Anaïs Demoustier. Foto: ROMALY PARA LN.
Robert Guédiguian encabeza un importante grupo de directores amantes del realismo social como expresión fílmica. Junto con él aparecen realizadores como Marcel Pagnol y René Allio. Con una amplia filmografía, de Guédiguian es imposible olvidar una película como Mario y Jeanette (1997), que arrasó con cuanto premio hubo.
Ese acento social del director lo transforma aquí en una profunda reflexión sobre la vida, con sentimiento poético y sin perder el sentido de lo más humanista de lo humano. Es brillante el trabajo habido en La casa frente al mar. El guion es excusa para llevarnos a indagar sobre el sentimiento del amor por encima de cualquiera otra condición de vida.
Por eso, el diseño y la caracterización de personajes resume, en mucho, la filosofía de la película: su ética, su solidaridad y su comprensión humanas. Los actores lo entienden y dan lo mejor de sí, todos ellos y todas ellas, al punto que es injusto destacar alguna actuación.
Hay más méritos: la inteligencia de los diálogos, el planteamiento de situaciones y la consistencia del núcleo argumental, nada se le va de la mano al director (el guion es del propio Guédiguian con la colaboración de Sergio Valleti). Más que tránsito aparatoso de acontecimientos, este filme resulta un fluir de conflictos hacia el gozo de resolverlos.
Es interesante ver cómo el amor envuelve, desenvuelve y otra vez envuelve el proceder del amor, tanto el cariño por la vida como la ternura por la muerte (esta es una secuencia orgánica e inolvidable); en tanto, el paisaje (hermoso a más no imaginarlo) igual es protagónico en el desarrollo de la trama.
La casa frente al mar es filme vitalista no solo por la acción de la fuerza emocional de sus personajes ante la pujanza de los acontecimientos, sino también porque el filme rezuma inteligencia con su puesta en imágenes y con el apoyo de todo el aparato fílmico (sin duda, destaca la fotografía de Pierre Milon).
Debo repetir aquí una frase que he usado alguna vez: esta película no solo pasa por sus imágenes, sino también por esa tangible abstracción llamada espíritu. Eso la contiene de caer en lo folletinesco y nunca deja de lidiar contra el egoísmo moderno, igual asume la desobediencia civil en favor de niños inmigrantes y da esperanzas hacia un mundo mejor.
Lo que me deja claro el filme es que para alcanzar el futuro que queremos, debemos aprender a dominar el pasado, algo que el escritor ruso Anton Chéjov ya había desarrollado en algunos de sus dramas. Por lo demás, dele a su sensibilidad un buen momento: vea esta excelente película.
LA CASA FRENTE AL MAR
Título original: La villa
Francia, 2017
Género: Drama
Dirección: Robert Guédiguian
Elenco: Ariane Ascaride, Jean-Pierre Darroussin, Anaïs Demoustier
Duración: 107 minutos
Cines: Magaly, La Salita
Calificación: * * * * *
