He aquí una nueva película costarricense que se titula Como un ángel (2018) y que se suma a la lógica de la mayoría de filmes del país: la debilidad de su guion, en este caso para plantear el asunto de la violencia sobre las mujeres y otros aspectos sociales que, lamentablemente, son noticias negativas sobre la realidad del país.
Por ahí, podemos aceptar la buena intención de poner la película al servicio de la denuncia social. Nada más, porque cuando trato de encontrar alguna razón para recomendarles esta película, dirigida (si cabe la palabra) por Gabbo Martínez, la verdad es que no encuentro una sola.
Planteado el asunto muy pronto (la muchacha violada), la trama se desarrolla luego de manera dispersa, al punto que –por secuencias– se pierde el hilo conductor; incluso, las subtramas resultan tan fuertes que se enmarañan con la trama misma y, así, se evidencian las debilidades narrativas del filme: el argumento estalla como darle a una piñata recargada de confites.
Dentro de ese juego errado de vericuetos narrativos, incluso las traslaciones temporales se sienten forzadas, como para –en vano– intensificar el drama del argumento. Sucede lo contrario: lo dramático pierde pronto cualquier intensidad, como si se nos hiciera invisible, y los conflictos parecen plantearse y resolverse como simples conversaciones juveniles.
Lo peor es que este filme, por su afán moralizante, recurre a la apelación final y directa al espectador. Ahí, casi todo el equipo de trabajo sale en pantalla diciéndonos algo para recordarnos obligaciones éticas, de uno en uno, como desfile de sacerdotes por un púlpito. Fatal: la fórmula exacta de lo que no debe hacerse con una película.
En efecto, así no se dicen las cosas en cine, así no se provoca al espectador con un filme: ¡terminar un relato con discursos o sermones!, eso es desfigurar la esencia misma del cine, sobre todo si se trata de un drama que por sí solo debe llegar a las regiones afectivas del espectador.
No me cabe duda de que el rostro final de Como un ángel hace que la película más bien pierda su rostro total. Agréguese el pésimo trabajo en aspectos como un núcleo argumental desbaratado, sin ton ni son; una definición o diseño de personajes sin fuerza alguna, lo que genera actuaciones malísimas y descuidadas; un desafortunado desarrollo de diálogos y un mal planteamiento de situaciones.
Como un ángel ni siquiera logra quedarse a medio camino entre cierto afán de corrección formal y su deseo de moralizar con el relato de una o varias historias, enredadas entre sí como bolas numeradas de la lotería. A esta película, pareciera, le gusta mirarse al espejo porque también es repetitiva en situaciones, pero al mirarse en el espejo solo encuentra la nada.
Uno diría que Como un ángel es filme que gusta del autoplagio, esto para resultados peores y como pésimo mecanismo para estirar su metraje. El resultado es su conjunto de situaciones mal ordenadas y de tratamiento superfluo. Hay un adjetivo para eso: farragoso, es cine farragoso, aunque no dudo –repito– de que es película hecha con buenas intenciones.
Ficha técnica:
Título original: Como un ángel
Costa Rica, 2018
Género: Drama
Dirección: Gabbo Martínez
Elenco: Marianne Ureña, Alberto Lara, Juan Pablo Tenorio
Duración: 70 minutos
Cine: CCM, Cinépolis, Cinemark
Calificación: *