Con la película
Ahora le toca al director inglés Michael Apted llevar el timón viajero de este filme basado en la obra del escritor C.S. Lewis. Apted lo hace con criterio de funcionalidad, para mantener en la cinta el aire de aventura juvenil, sin adentrarse en los conceptos religiosos planteados por Lewis.
Ante los resultados económicos, debajo de los esperados, los estudios Disney salieron corriendo de esta saga fílmica sobre el mundo real/maravilloso que es Narnia. Otras manos sacaron esta tercera entrega adelante, donde Lucy y Edmund Pevensie vuelven a Narnia, esta vez con su primo Eustace.
Ellos se reencontrarán con el antiguo príncipe Caspian, siempre joven, pero convertido en rey. Nuestros pequeños héroes se enteran de la desaparición de los siete sabios de Narnia y navegarán en búsqueda de ellos, en un barco con la más diversa marinería. Es El Viajero del Alba.
Con fe religiosa, los narnianos depositan su confianza en Aslan, el león con rasgos divinos. El Viajero del Alba los llevará a sitios exóticos fecundados por la imaginación, donde se encontrarán con dragones, enanos, islas mágicas y una banda de guerreros perdidos, antes de llegar al fin del mundo, en los límites del reino de Aslan, donde solamente están las almas puras: el cielo religioso.
Ahora no están los hermanos mayores de las películas anteriores (Peter y Susan), sino que aparece Eustace, el primo de ellos. Este primo, sin querer queriendo, se ve llevado por Lucy y Edmund (los hermanos menores) a vivir aventuras maravillosas, pero lo hace a disgusto y con mucho escepticismo.
En Eustace domina la racionalidad; sin embargo, tendrá que ceder ante lo sobrenatural y en él habrá una plena conversión, para dejar el efecto de que dichosos son los que creen sin ver. En todo caso, aparte de la paráfrasis religiosa que hay en estos textos narnianos, el filme sabe aprovechar la presencia de Eustace para darle más empuje a la trama.
El guion gana con este personaje, no solo por lo que vive y hace, sino porque también cambia el arbitrario pesimismo que subyace en las dos películas anteriores. Así, esta tercera entrega se acerca a un público joven que desconoce las enjundias religiosas de la saga. Hay más alegría, porque con el personaje de Eustace el relato es más vivaz y más creíble desde su propia lógica interna.
Damos algo por entendido: este personaje sería nada de nada sin la valiosa actuación de Will Poulter, la mejor del elenco. Poulter maneja muy bien los signos histriónicos para la evolución de Eustace. La verdad, es que las demás actuaciones son solo funcionales y ello es el talón más débil de esta película, mientras se repite en su ideario y recursos narrativos.
¿De qué hablamos? De un guion sin sorpresas. De música cajonera. De una fotografía elegante, pero escasa de significaciones. De actuaciones que se resbalan, sin encarnarse en los personajes. De un montaje forzado, con cortes del todo gratuitos y en contra del sano fluir de lo narrado. De un ritmo desacertado en el compás o cálculo de los tiempos narrativos: su problema estructural.
Aún así, la película puede gustar por la magia de su historia básica, con todo y su pesimismo de tono religioso. Es película que puede ser disfrutada, para qué negarlo, por encima de sus propios defectos, de su ausencia de temple y de sus diálogos en exceso calculados.
La falta de un ritmo sostenido le quita progresión a la intriga, aunque la película mantenga sus formas visuales con suficiente elegancia, lo que –posiblemente– es suficiente para un público meta bastante joven, casi infantil.