La vida es áspera y solo es un conjunto de retos. La vida no siempre es un lecho de rosas: es un caminar constante hacia alguna parte. Cuando el cine se plantea premisas de ese tipo cumple el mejor de sus objetivos: narrar una vida en proceso antes que duplicarla.
Sucede ahora con un filme muy bien logrado que se exhibe casi de manera oculta o clandestina en algunas pocas salas del país, no sé por qué. Se trata de la película Alma salvaje (2014), cine que mantiene el sello autoral de su director canadiense Jean-Marc Vallée.
Dicho director nos dio una gran lección de dinamismo dramático con la narración de la vida del vaquero Ron Woodroof, enfermo de sida por tener sexo sin protección, en la película El club de los desahuciados (2013).
Allí, el director Jean-Marc Vallée tensó con fuerza el arco dramático del relato desde un personaje marginal.
De manera semejante, este realizador lo hace de nuevo para mostrarnos que las autorías no siempre son el resultado de la casualidad.
Esta vez, con Alma salvaje , se nos muestra la no menos dolorosa y emocional aventura de Cheryl Strayed, quien emprende una caminata de más de mil millas por las Cimas del Pacífico, Estados Unidos, sendero que recorre el desierto de Mojave.
Sola frente a la Naturaleza indomable, ella va tras su propio llamado y tras su propia catarsis, sin ninguna experiencia, en un medio agreste y machista, luego de la traumática muerte de su madre: Bobbi.
Ese difícil viaje, como extraído de una novela de Jack London, pero escrito por la propia Cheryl Strayed, no es solo un éxodo físico, es también un viaje anímico.
Ella desea despojarse de sus fantasmas internos, de su adicción a drogas fuertes y de su irresponsable conducta sexual, lo que la llevó a perder su matrimonio y al hombre que amaba.
La historia no está narrada de manera lineal. Con ayuda del montaje oportuno de Martin Pensa y John McMurray y del buen guion de Nick Hornby, basado en el libro Salvaje , de la propia Cheryl Strayed, el director logra darle hondura dramática al relato desde bien logradas retrospecciones.
Interpretación. Las actuaciones de Reese Witherspoon y de Laura Dern son superlativas, sobre todo la de Laura Dern, como Bobbi, la madre.
Sin embargo, a quien tenemos siempre en pantalla es a Reese Witherspoon, equilibrada como la joven en lucha contra su propio temperamento. Este personaje no es fácil por la constante deconstrucción que exige su diseño.
Entre ellas dos, en la película, corren la alegría y el dolor, la vida y la muerte, el candor y la aspereza. El aspecto técnico del filme está en función de ellas y de sus conceptos, iconos de la realidad, donde debemos mencionar una escogida banda sonora siempre acorde con el realismo de la fotografía.
En fin, Alma salvaje es la historia en presente de una joven hacia su futuro, mientras ella debe luchar con las carlancas o cepos destructivos del pasado, todo bien narrado, con vigor, pese a algunas pocas secuencias más bien cursis. Buen filme que vale el boleto.