Rara vez en la vida, alguien puede llegar a sus 40 años con millones de millones de dólares en su cuenta bancaria.
Hello Kitty puede jactarse de ello y de que demostró que, para adueñarse del éxito, no es necesario tener una sonrisa ni un corazón latiendo (aunque para sus millones de fanáticas, sí lo tenga). Lo único que importa es ser simpática y tierna, sin irse a los excesos que siempre empalagan.
Esta gatita blanca, sin boca y con un lazo originalmente rojo en su oreja izquierda nació en 1974 de la mano de la diseñadora Yuko Shimizu, cuando la compañía japonesa Sanrio le encomendó la difícil tarea de hacer un personaje que levantara las entradas de dinero.
Esa empresa, originalmente de sandalias de seda, había descubierto el impulso que daba a las ventas el añadir dibujos a sus productos (tarjetas, monederos y estuches); sin embargo, el abejón y el perro que habían hecho años atrás ya estaban obsoletos.
Necesitaban refrescarse, reinventarse y fue ahí donde los ejecutivos le pidieron ayuda a Shimizu, una de sus ilustradoras estrellas.
Muchas ideas se vinieron a la mente de la japonesa, pero una la esperanzó. “Pensé en una gata que fuera delicada, que uno la quisiera apenas la viera y resultó más de lo que yo esperaba”, contó a la revista Times en el 2008.
Fue ahí cuando hizo, con un trazo casi elemental, a una Hello Kitty sentada de perfil entre una pecera y una botella de leche.
Los ejecutivos la amaron a penas la vieron y meses después la lanzaron impresa en un monedero para niñas.
El pegue fue tal que, 40 años después, tiene portadas de periódicos y revistas, un parque temático, una industria millonaria, es protagonista de un mito urbano y tiene a casi todo el mundo de cabeza.
¿‘Kittymanía’?. No hay una cantidad que indique cuánto fue la ganancia de Sanrio por aquel monedero, pero tuvo que ser grande para seguir con esta locura.
En 1976, Hello Kitty viajó a Estados Unidos, en donde siete años después la nombrarían embajadora infantil de Unicef.
Conforme iba conquistando el lado occidental, los japoneses pensaban en qué podían hacer para renovarla en un futuro cercano.
Shimizu propuso hacerla en varias posiciones, por lo que la dibujó de pie y, más adelante, la hizo sentada en un avión. Esas dos imágenes son de las más aceptadas y recordadas hasta la fecha.
Después de esto, la diseñadora original de Kitty renunció porque quería trabajar de forma independiente. Ese fue un golpe bajo que Sanrio no esperaba, pero no había tiempo para lamentaciones. En menos de un día ya tenían a su reemplazo: Yuko Yamaguchi.
A pesar de ese terremoto interno en la empresa, las ganancias que dejaba Hello Kitty eran impresionantes. En esos cuatro años, las ventas de Sanrio aumentaron hasta siete veces. Sin embargo, por motivos desconocidos, en 1978 las cifras se detuvieron y, en algún momento, hasta se precipitaron.
Era urgente darle primeros auxilios. A la nueva ilustradora se le ocurrió que, para hacerla más real, deberían de crearle una familia: una mamá, un papá, un novio y una hermana gemela, Mimi White, que fuera más tímida y hogareña que Kitty. Los últimos en aparecer, en 1979, fueron los abuelitos.
Hasta ese año, todos aparecían en tarjetas, monederos y estuches, pero cuando los ejecutivos vieron la gran minita de oro que tenían en sus manos, decidieron explotarla como se debe.
Dos años más tarde, Hello Kitty da un paso muy importante en su vida pública: protagoniza su primera película: Kitty and Mimmi's new umbrella , lanzada en Japón. Las ventas vuelven a dispararse.
Ella actuó y mostró que es de esos personajes que traen una estrella en su frente. El filme comenzó a traspasar fronteras tiempo después y conforme tocaba nuevas tierras, la fama se hacía mundial.
Sanrio sabía que si esa cinta tenía el éxito esperado, debían de pensar en hacer la primera serie de la gatita. No fuera a ser que los miles de fanáticos que ya tenía se cansaran de ver y tener lo mismo.
Fue así como el 19 de setiembre de 1987, lanzaron el programa animado Hello Kitty's Furry Tale Theater , transmitido en Estados Unidos por el canal CBS. Estaba situada en Londres y mostraba cuando la gatita y sus amigos hacían inocentes travesuras.
Ni los ejecutivos ni Hello Kitty querían soltar lo que ya habían alcanzado, por lo que cada vez que podían les recetaban la dosis suficiente a sus fans para mantenerlos contentos, satisfechos y tranquilos.
El primer cómic de este querido personaje llegó en 1989 y cuatro años después lanzaron la segunda serie: Hello Kitty and friends.
Conforme abarrotaba la televisión, Sanrio quiso probar suerte y lanzar más productos alusivos a Kitty, tales como lapiceros y almohadones. En ese momento, jamás pensaron que años después hasta existirían joyas, tarjetas de débito, aviones y un parque de diversiones. Así como lo lee.
Desde 1990, existe en Japón el Sanrio Puroland, el cual les permite a los fans meterse de lleno en el mágico y maravilloso mundo de Kitty y los demás personajes (menos llamativos) de esa compañía.
Durante sus primeros tres años, las pérdidas monetarias fueron grandes, pero después repuntaron y ahora es el parque temático más popular de Japón: recibe aproximadamente millón y medio de visitantes al año.
Series, productos, joyas películas... ¿cuánto dinero deja todo esto? Según Sanrio comunicó a CNN, las ganancias ascienden los $5.000 millones anualmente. Solo Kitty puede conseguir tanto sin tan siquiera sonreír (porque no tiene boca).
Tener las cuentas de banco tan cargadas provocó lo impensable. Aquella gatita inofensiva se colocó bajo los focos, se puso bien bonita (más de lo que ya es) y modeló frente a las cámaras de la revista Elle Taiwán . Sí, fue la portada de diciembre del 2011.
Diablo ‘metió’ mano. Envidia, realidad o imaginación. Aún no se sabe qué será, pero un mito urbano cuenta que el éxito de Hello Kitty se dio porque su creadora hizo un pacto diabólico.
Según dice la historia (o historieta), una mamá –dejan a esta persona en anonimato– tenía una hija adolescente que padecía de cáncer en la boca y el diagnóstico de los médicos era muy negativo.
La ilustradora recorrió a cuanto doctor se le atravesaba en el camino, pero, al no ver resultado, se desesperó.
Comenzó a pedir ayuda a sacerdotes y pastores, pero no había mejora alguna, por lo que, agrega el mito urbano, la diseñadora recurrió al diablo.
Ella le propuso un trato: haría un dibujo que todos admiraran, a cambio de que Satanás curara a su hija. Y supuestamente así fue.
La joven sanó y la diseñadora hizo a una Hello Kitty para cumplir con la “promesa”. Por eso es que la gatita no tiene boca.
Sin embargo, esas especulaciones se cayeron cuando Yuko Shimizu habló con la revista Times . “No sé de dónde sacan tantas cosas, es impresionante. Yo la dibujé sin boca por la simple razón de que quería que las personas reflejaran sus sentimientos en ella. Si alguien está triste, la verá triste; si está contento, la verá contenta. Es para hacerla más neutral, solo por eso”, aclaró.
Por pacto diabólico o por pura suerte, el asunto realmente importante es que Hello Kitty es un fenómeno que a sus 40 años hace lo que quiere con el mundo. Muchos estamos a sus pies, esperando una mínima novedad para enloquecer y ensanchar sus cuentas bancarias.