Como socia de un estable matrimonio, devota de tres hijos y con las obligaciones habituales de quien atesora a su familia como una razón de vida, Ana Ulate Sancho postergó su sueño de ser actriz.
Lo postergó, convencida de que todo tiene su tiempo, de hecho, ella demostró que se puede ajustar el reloj cuando se trata de llenar un anhelo.
El año pasado, al cumplir 56 primaveras, Ulate alcanzó su grado de bachillerato de la Escuelas de Artes Dramáticas de la Universidad de Costa Rica, en medio de un currículo en el cual ya suma presentaciones en escenarios, como el Teatro Espressivo.
De hecho, este domingo 29, concluirá sus presentaciones como parte del elenco de Bodas de sangre, obra de Federico García Lorca que ofrece ese teatro, ubicado en Pinares de Curridabat.
Para Ulate, se trata de un gran paso en su carrera porque, antes, tuvo un papel en la pieza de Charles Dickens, Un cuento de Navidad, montada también por el Teatro Espressivo.
"A los 17 años, ingresé a la Universidad de Costa Rica con la idea de estudiar Agronomía o Farmacia", contó la actriz, quien interpreta a una viuda y a una sirvienta en Bodas de sangre.
"En la universidad, matriculé un taller de teatro, y ¡me enamoré! Me enamoré de esa posibilidad de darle vida a un personaje que está en el papel", confesó sin ocultar la emoción de una novia.
Tropiezos. En ese entonces, las dificultades golpearon a la puerta de su familia, al punto, de que su padre no podía darle más dinero para sus estudios universitarios.
"Salí a trabajar, luego, quedé embarazada, y terminé en la casa. Debía ayudar con el trabajo de mi hogar y atender a mi primer hijo", contó.
"Tiempo después, iba con mi familia a una iglesia cristina donde buscaban voluntarios para obras religiosas y, bueno, no dudé en inscribirme; sentí que esa era mi gran oportunidad", agregó con emoción.
Su paso por esas tablas le dejaron algo más: un novio con quien formó su familia.
"Mi esposo -Miguel Campos Cambronero- dirigía el grupo de la iglesia, todo salío así de bien", expresó en medio de sonrisas.
Su mentor. En ese camino, Ulate conoció al actor y director, Melvin Méndez, quien apoyó la formación del grupo amateur de su iglesia, al punto, de que salieron a presentarse en las calles de San José y festivales en esos círculos.
"Él -Melvin Méndez- siempre me insistía que debía estudiar teatro, que tenía carisma para eso; pero no lo tomaba en serio, y vea donde estoy ahora", dijo haciendo alusión a sus papeles en el Teatro Espressivo.
De hecho, la actriz ya tuvo oportunidad de participar en festivales de teatro en México con sus compañeros universitarios.
"Cuando volví a la universidad -a los 52 años-, apliqué a la Escuelas de Artes Dramáticas donde competí con 200 adolescentes por 40 cupos. ¡No podía creerlo cuando me avisaron que había superado las pruebas para ingresar!", dijo con lágrimas, pero también con una gran sonrisa.
A las preguntas de cuáles aplausos le han dado su mayor satisfacción y acerca de sus planes como actriz, Ulate respondió tras contener unos segundos la respiración.
"Los aplausos de mi madre, quien estuvo en mi graduación -en octubre de 2014-. ¿Mis sueños? Yo ya he alcanzado mi gran sueño: ser una actriz profesional", dijo sin ningún atisbo de duda.
Colaboró la periodista, María Luisa Madrigal.