‘No vea tanto Video Rock’, solía decirme mi mamá cuando me pescaba absorto frente al tele, control remoto del VHS en mano y el pulgar listo para disparar en el botón de REC.
Eran los inicios de los 90 y, mientras la mayoría de los adolescentes andaban mejengueando, yo destinaba mis tardes de ocio a ver videos. A grabar videos. A volver a ver los videos que había grabado. Y en eso se me iban las horas.
Mi mamá –que con toda lógica interpretaba aquello como una vagabundería– nunca llegó a aprenderse los títulos de los programas que yo veía. Para ella, Explosión Pop (Canal 38); X-100 Rock (Canal 19); Hola Juventud (Canal 4); MTV Internacional (Canal 7); 103 TV (Canal 6), Telemúsica (Canal 2), y cualquier otro espacio de música en televisión se resumía a una misma cosa: Video Rock.
Roberto Chiabra era Video Rock. Antes de que TVA y Canal 19 nos dieran la bendición de contar con videos de música las 24 horas, Roberto ya estaba ahí, poniendo en televisión nacional abierta los videos que nadie se atrevía a programar.
Los sábados, al mediodía, perderse Video Rock era impensable para cualquier muchacho con aspiraciones de una semana épica. Roberto y su mata de pelo (todo bien, así se usaba entonces), se plantaban frente a las cámaras de Canal 4 para hablarnos de Guns N’ Roses, de Van Halen, de Led Zeppelin, de Mötley Crüe... de un mundo que estaba ahí afuera, esperándonos.
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Mucho fue lo que aprendí de escuchar a Roberto. Sin que él lo supiese, por sus buenos oficios empecé a familiarizarme con nombres como Metallica y Def Leppard. Fue oyéndolo a él que entendí que los apellidos Clapton, Hendrix y Morrison se debían pronunciar con respeto.
En algún momento, Roberto Chiabra dejó Video Rock y el programa fue asumido por un entonces desconocido Domingo Argüello, cuando aún no era el ídolo juvenil promotor de las iguanas como mascotas (ese cuento dejémoslo para otro día). Roberto conduciría más adelante algunos programas televisivos de concursos pero, para mí, su huella en la pantalla chica se marcó con fierro roquero.
Chiabra, además, fue un eterno hombre de radio y su Rock After Midnight era una cátedra, tanto de música como de locución.
Roberto partió hace unos días. Nunca tuve el gusto de hablarle, pero siento que nos conocimos de toda una vida. Me hubiese gustado sentarme con él a tertuliar de música, a preguntarle por sus bandas favoritas, por sus discos indispensables, por los videos que puso al aire, a contarle que yo era un adolescente que desobedecía a su mamá y se pasaba horas pegado al tele, que exigí al VHS Goldstar como pocos, que llené decenas de casetes con videos de música (grabados en velocidad EP para rendirlos, por supuesto).
Para Roberto Chiabra, el responsable de que Video Rock fuese sinónimo de toda la televisión musical costarricense: feliz viaje y gracias por el rock and roll ¡Salud!