Un rapero conocido como The Game supuestamente dijo hace un semana a sus 582.000 seguidores en Twitter que telefonearan a determinada estación de Policía de Los Ángeles para hacer prácticas de rap, lo que provocó cientos de llamadas a los números de emergencia durante tres horas.
La Policía realiza una investigación y anunció que pedirá a la Fiscalía que impute al músico, de 31 años, por obstruir el trabajo de los oficiales.
“No sabemos cuánta gente necesitaba ayuda y no pudo comunicarse porque las líneas estaban saturadas” por culpa de este suceso (el término en inglés es flashmob), dijo Mike Parker, de la Comisaría del condado de Los Ángeles.
Un caso similar ocurrió a fines de julio, cuando un tweet de un popular DJ, conocido como Kaskade, propuso a sus 100.000 seguidores asistir al estreno de un filme en Hollywood. Cientos de personas respondieron al llamado y los disturbios derivaron en dos arrestos.
Y en San Francisco, las autoridades decidieron la semana pasada cortar la señal de los celulares en uno de sus sistemas de metro, conocido como BART, para evitar que se propagara una protesta que estaba organizándose por medio de las redes sociales.
El metro reconoció en un comunicado que había “interrumpido temporalmente el servicio (telefónico) en algunas estaciones, como una de las varias tácticas para garantizar la seguridad” del público.
Esta medida causó la ira de Anonymous, un conocido grupo de piratas informáticos que militan por la libertad de expresión en Internet, y el metro vio su página web “hackeada” durante varias horas el domingo como represalia al corte de la señal.
“Una página de Twitter es visible al público y la Policía lógicamente tiene la autoridad para vigilarla a fin de detectar crímenes”, dijo a AFP Hanni Fakhoury, abogado de la Fundación citando el caso del rapero y la condena el miércoles pasado de dos jóvenes en Gran Bretaña por incitar a actos de violencia mediante Facebook.
Pero “que la Policía pueda ‘controlar’ las redes sociales es diferente”, aclaró. El apagón telefónico del metro de San Francisco es ejemplo de ello. “No creemos que la Policía tenga derecho de limitar cómo se comunica la gente o cuándo y dónde puede hacerlo”, dijo Fakhoury.
No obstante, para la criminóloga Casey Jordan esto está más allá de lo que podía haber previsto la Constitución. “Las cosas son diferentes hoy en día y el hecho de que las redes sociales pueden derivar en acciones criminales está quedando en evidencia en los últimos meses”, manifestó a CNN.
De acuerdo con Shelly Palmer, columnista especializado en tecnología, el problema que plantean estos casos a las autoridades es que las masas de Internet no tienen un líder, por lo que no hay manera de descabezar sus iniciativas.
Las redes sociales “son grupos amorfos, que existen en torno a una idea, para luego desmantelarse y volver a tomar alguna otra forma”, escribió Palmer, columnista de un programa sobre tecnología en NBC Universal, en una nota en su blog.
La manera de controlar estas masas, según la criminóloga Jordan, sería mediante una serie de demandas y acusaciones criminales que desalienten tal tipo de comentarios en las redes sociales, pero el columnista se pregunta cómo harán las autoridades para controlar un problema del siglo XXI con medidas del siglo XX.