Nunca pasan de moda los buenos modales y la cortesía hoy cuando crece su exigencia en distintos espacios desde donde se desnudan las contradicciones del mundo tecnológico y quienes allí habitan.
Señales de diverso origen clarifican cuan extendida está la incivilidad debido a una pantalla con luz.
Cada vez más restaurantes en EE. UU., exigen a sus clientes apagar el celular en sus recintos como ocurre en los elegantes Rogue 24 (Washington) Bucato (Los Ángeles) y Momofuku Ko y Chef’s Table (Nueva York) donde se prohiben para no distraer a otros comensales de su experiencia gastronómica.
La semana pasada, la organización del festival musical Unsound (Polonia) prohibió a los asistentes la grabación del evento, argumentando que no quería “documentación inmediata” ni distracciones durante el espectáculo.
Hasta la banda de rock Yeah Yeah Yeahs pide a sus fans abstenerse de mirar sus conciertos desde una pantalla, por educación.
“Guarde esa mierda como cortesía a la persona detrás suyo y hacia Nick, Karen y Brian”, reza el texto oficial de la banda al respecto.
Sin embargo, estos requerimientos de silencio tecnológico en ambientes sociales se vuelven también tema de interés en el trabajo.
Una encuesta divulgada en mayo halló que 64% de directores ejecutivos de tecnología en EE. UU., afirman que el mayor uso de dispositivos móviles han causado más violaciones a la etiqueta.
El porcentaje era 51% en una encuesta similar hace tres años de la empresa Robert Half Technology quien se basó en 2.300 entrevistas telefónicas a partir de una muestra aleatoria entre empresas con más de 100 empleados en las 23 principales áreas metropolitanas del país.
“Estos dispositivos pueden hacer que sea más fácil ofender erróneamente a colegas cuando se inicia o concluye demasiado rápido una comunicación o se utiliza el medio incorrecto para el mensaje”, señala John Reed, director ejecutivo de Robert Half Technology.
Un error, creen los autores del estudio, es perder de vista el contexto donde se usan los aparatos.
Lo que es aceptable en un sitio, puede ser grosero en otro si, por ejemplo, alguien decide utilizar una iPad en un lugar donde las personas en ese sitio carecen del mismo nivel de adopción tecnológico o siguen otras pautas al respecto.
Sus mensajes lo delatan. De hecho, la ausencia de modales ligada a tecnología se nota hasta en la escritura de los mensajes.
Faltas ortográficas, imprecisiones, descuidos gramaticales o un texto impreciso por falta de revisión son problemas habituales señala un artículo de la revista Forbes basado en el libro El Libro Oficial de la Etiqueta Electrónica .
Esta es una de las razones por las cuales es más fácil malinterpretar a alguien por mensaje de texto que en conversación telefónica, explica Jodi R. R. Smith, presidenta y propietaria de la compañía consultora Mannersmith Etiquette .
“Los mensajes de texto son una breve transmisión de hechos. Hay matices en la voz que la gente no consigue cuando se envían mensajes. El tono de voz transmite el significado”, señala Smith.
Por lo tanto, “al escribir correos o mensajes de texto cortos, sean personales o de trabajo, hay que releer antes de enviarlos”, aconseja.
Si quien escribe es incapaz de hablar por teléfono o frente a frente del tema del mensaje con su destinatario, entonces no debería expresarse por escrito, concluye.