Los laboratorios de fabricación o Fab Labs como también se les conoce no solo están tomando fuerza en el país, sino también en la región latinoamericana.
Estos espacios abiertos operan basados en un "modelo de aprendizaje donde el conocimiento no es enseñado teóricamente sino que está basado en la práctica", explicó a La Nación la colombiana Norella Coronell, coordinadora de Fab Lat, Red Latinoamericana de Laboratorios de Fabricación.
Según ella, dentro del contexto de la región, estos espacios son importantes porque "de por sí el latino ya tiene ese instinto de aprender las cosas por sí solo, es curioso del mundo que lo rodea, el cual es muy distinto al norteamericano o al europeo. El latino siempre encuentra maneras extraordinarias de dar solución a los problemas mundanos".
En estos sitios, donde son comunes las herramientas de fabricación digital como la impresión 3D y máquinas de corte controlado por computadora (router CNC), por ejemplo, las personas adquieren la destreza de utilizar esas maquinarias para el prototipado de ideas.
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Sin embargo, según Coronell, lo realmente valioso es cómo se conjugan esos conocimientos con el contexto de cada persona, sus conocimientos profesionales.
"A esto si se le suma una red de gente de distintas dependencias, conocimientos, donde se puede distribuir el diseño y colaborar para el desarrollo, el resultado son cosas nunca antes vistas que dan soluciones a problemas mundiales".
Mientras que para Tomás Vivanco, co-director del Fab Lab Santiago en Chile, la crisis que viven los modelos norteamericanos o europeos se convierten en una oportunidad para los latinos.
"La autonomía, originalidad y arraigo a nuestros territorios y cultura son valores intrínsecos a la hora de proyectar el futuro de nuestras sociedades, sin desconocer el valor de la tecnología y digitalización. La invitación está entonces en construir un nuevo lenguaje", señaló Vivanco.
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Ambos expertos destacan cómo la existencia de este tipo de laboratorios brindan más autonomía para las personas, pues ya no se depende de las instituciones o los gobiernos, sino que estas se vuelven "autónomas del sistema, con la capacidad de compartir y distribuir el conocimiento y los bienes que nos rodean".
La presencia de los Fab Labs en la región está haciendo posible proyectos innovadores, en Santiago de Chile, por ejemplo, se trabaja en una plataforma que tiene como propósito medir las experiencias de la gente en la ciudad.
Según Tomás Vivanco, a partir de lo anterior, se cruzan datos tanto cuantitativos como cualitativos, con el fin de lograr la construcción de ciudades centradas en las personas.
Asimismo, "desarrollamos proyectos de economía circular en barrios, modificando la matriz productiva, involucrando a vecinos, trabajadores, reutilizando materiales, para la generación de nuevos productos y nuevos modelos urbanos", concluyó.