5, 4, 3, 2, 1... ¡Lanzamiento! Ese emocionante enunciado que, inminentemente, nos remite a una escena aeroespacial, hizo eco la mañana de este miércoles en la cancha de fútbol de la Escuela de Derecho de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Ahí se llevó a cabo el reto ARLISS, una de las competencias del Robotifest, certamen de robótica que insta a 300 escolares, colegiales y universitarios a disputar distintos desafíos en esa materia.
La actividad se lleva a cabo desde el lunes 21 hasta el viernes 25 de agosto, de 9 a. m. a 6 p. m., en el campus Rodrigo Facio de este centro universitario, en San Pedro.
Se trata de una iniciativa de la Escuela de Ingeniería Industrial de la UCR.
Además de competencias en distintas categorías, el evento convoca a los amantes de la robótica a participar en charlas y capacitaciones.
El reto aeroespacial ARLISS, particularmente, se realizó en un espacio abierto por la dinámica que conlleva su realización.
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¿En qué consistió? Los tres equipos de universitarios participantes tuvieron que fabricar un robot autónomo que, tras ser lanzado con un paracaídas desde una altura de 40 metros, debía avanzar hasta una bandera ubicada en la gramilla de la cancha.
Para completar el reto, el robot tenía que aproximarse hasta su punto de llegada dentro de un radio de 2,5 metros. Si algún equipo lo lograba, viajaría en marzo del 2018 al desierto de Nevada, en Estados Unidos, a participar en el reto mundial ARLISS.
Este consiste en un ejercicio parecido al realizado este miércoles en la UCR, con la diferencia de que el lanzamiento del robot lo realiza un cohete.
Las representaciones participantes este miércoles en el certamen en nuestro país, estuvieron conformadas por estudiantes de la UCR y del Instituto Tecnológico de Costa Rica (ITCR).
Se trata de especialistas en carreras como Ingeniería Industrial, Computación, Mecatrónica, Eléctrica, Física y Matemática, entre otras.
"Casi que ninguno son compañeros entre sí. Son muchachos que se van conociendo en ferias tecnológicas, talleres y demás actividades del sector", comentó Eldon Caldwell, director de la Escuela de Ingeniería Industrial de la UCR y organizador del Robotifest.
Intensa jornada
La escalera de una unidad de bomberos sirvió para "liberar" los tres robots concursantes.
Cada prototipo –cuyas dimensiones no podían exceder el kilo de peso, los 14,4 centímetros de diámetro y los 25 centímetros de altura– había sido previamente programado para llegar a la bandera.
Los equipos, llamados Altair, Order 66 y Kira, tuvieron tres intentos para lanzar su robot desde las alturas.
Aunque ninguno de los concursantes superó el reto para ir a Nevada, el jurado emite una calificación y otorga un puntaje a cada equipo. Sin embargo al cierre de esta edición, el miércoles a las 5 p. m., todavía no había un veredicto.
"Tuvimos un problema con el GPS (dispositivo de geolocalización)", se lamentó Esteban Jiménez, miembro del equipo Altair, que abrió la competencia.
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Asumida la premisa de que en robótica todo es un asunto de prueba y error, el primer inconveniente que enfrentó este equipo fue que el paracaídas no se abrió y el robot cayó directamente al sueño.
"Probamos el paracaídas mil veces, pero ya uno sabe que así es esto... Producto de la caída, fue que tuvimos problemas con el GPS", continuó Jiménez, mientras, junto a sus compañeros Olman Quirós y Carlos Rodríguez, intentaban reparar el modelo para un segundo intento.
Algo similar le sucedió a la escuadra de Order 66, compuesta por Pablo Arroyo, Pablo Madrigal y Marco Madrigal. En este caso, el dispositivo de geolocalización tampoco funcionó.
Se trataba de la primera vez que ambas representaciones se medían en el reto aeroespacial ARLISS.
Ese no fue el caso del tercer equipo, Kiva, que se presentó al evento por cuarta vez.
"Siempre nos pasa algo. El año pasado se nos dañó el motor con la caída, y como no traíamos repuesto, no pudimos seguir", contó Karol Quirós.
En esta ocasión, el robot que elaboraron ella y sus compañeros Isaac Porras y Julio César Porras, logró aterrizar en la gramilla de la cancha, pero no fue capaz de caminar inmediatamente.
Asunto de ingeniería aeroespacial
Partes electrónicas compradas en el país, otras traídas de países como Estados Unidos y China y materiales reutilizables dieron vida a las creaciones de los jóvenes.
Como se trata de piezas que no son fáciles de conseguir en algunos casos, el armado de los robots puede tardar hasta un año.
"Muchos de los conceptos de ingeniería espacial son aplicados acá. Uno es que los sistemas tienen que aguantar la vibración del lanzamiento y la caída... Los muchachos se enfrentan a cosas reales como las condiciones de la naturaleza; el viento, por ejemplo", comentó Adolfo Chaves, coordinador del Laboratorio de Sistemas Espaciales del Instituto Tecnológico de Costa Rica (ITCR), quien participó como jurado.
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Según dijo el experto, los robots usados en esta competencia son muy parecidos a los rovers empleados por la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) para exploración planetaria.
Un rover es un dispositivo que rueda, de manera autónoma y con una misión, sobre un terreno. Los hay lunares y marcianos, por ejemplo.
Más opciones
Además de la rama de robótica aeroespacial experimentada en el reto ARLISS, el Robotifest ofrece una diversa agenda para los seguidores de la robótica.
Este explora otras tres áreas: manufactura y logística en industria 4.0, vida cotidiana, sostenibilidad y el Reto NOA Challenge.
Este último consiste en la creación de robots humanoides, es decir, que lucen y actúan como humanos.
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Una mano robótica con niveles de sensibilidad, la cual es controlada con los músculos y sirve como prótesis para quienes no tienen una extremidad, es parte de los proyectos.
También está el Robotikids, que trae competencias para escolares y hasta les otorga certificados de participación.
Si desea sumarse a la actividad del año entrante, esté pendiente de las publicaciones en el sitio de Facebook del Robotifest. Las convocatorias para equipos de escolares, colegiales y universitarios se inician desde marzo.