Este científico argentino integra un equipo de investigadores en biología computacional de IBM, en Estados Unidos. Acumula más de 100 publicaciones en el campo del genoma humano. Sus estudios más recientes intentan desarrollar nuevas tecnologías para secuenciar el ADN, de una manera más ágil y más eficiente. Él estuvo en el país para el TEDx Pura Vida 2013 y conversó con La Nación sobre su trabajo.
Usted es un físico, doctor en Ingeniería Mecánica, y ahora trabaja en Biología. ¿Cómo se dio esa mezcla de disciplinas?
Cuando empecé a estudiar Física, me fascinaba el tema de los llamados sistemas caóticos, y a finales de los años 80 había mucho interés en la comunidad científica por entender eso.
“Cuando vine a EE. UU. a hacer mi doctorado, fue en Ingeniería Mecánica porque allí se estudia un caos diferente: el caos de los fluidos, la turbulencia.
“Ahora, si me decís que arregle tu auto, no lo puedo arreglar. Yo podría calcular la turbulencia de tu auto, pero la parte mecánica yo no te la sabría arreglar (se ríe)”.
¿Y cómo llegó usted a estudiar el genoma humano?
La turbulencia del agua, por ejemplo, se estudia no por moléculas, sino de manera estadística. Ahora sabemos que una manera de entender las diferencias entre genomas, a pesar de que es algo mucho más profundo, es entender estadísticamente cómo estos se diferencian de una persona a otra.
“Además, me fascinaron las oportunidades que se abrieron a partir de la ciencia de la genómica y vi que con lo que había aprendido durante mis años de física, podría hacer una contribución”.
Cada vez hay más convergencia de disciplinas. ¿Por qué?
Los problemas que abordamos son tan difíciles, y tan poco definidos, que uno requiere de varios científicos para entenderlos.
“Todas las vertientes pueden contribuir en algo, porque no hay una ciencia que sola pueda hacer justicia a la complejidad que se nos presenta en la ciencia”.
¿Qué aportan a la vida cotidiana la genómica funcional y la biología de sistemas?
Estamos tratando de entender, de manera causa-efecto, cómo es que funcionan los sistemas biológicos.
“Si lo logramos, podremos encontrar tratamientos específicos a personas que no sean pacientes promedio, y curar enfermedades tan odiosas como el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y las neurodegenerativas”.
¿Qué lo motiva a usted a hacer ciencia?
La gente que hace ciencia tiene una especie de necesidad por entender. Es una actitud que linda con la obsesividad: no se puede estar pasivamente mirando el mundo sin tratar de entenderlo.
“También, de vez en cuando me hago la pregunta de cuál es la “Next Big Thing” (el próximo gran avance) que podemos lograr con la tecnología y los recursos disponibles.
“En la ciencia debes parar de vez en cuando y preguntar si lo que se está haciendo es lo realmente importante. Es como en el futbol, hay que levantar la vista para ver el resto del partido. Los mejores jugadores son los que levantan la vista”.
¿Usted diría que es competitivo el desarrollo de la ciencia en América Latina?
En ciertos países de Latinoamérica la ciencia es excelente. No tienen nada que envidiarles a otros países, salvo por el hecho de que a veces no hay suficiente inversión. Las grandes ideas necesitan dinero. También, la ciencia acá en EE. UU. es tan activa e interesante, que nuestros países sufren una fuga de cerebros.
“La gente que quedó en Latinoamérica haciendo ciencia, puede hacer grandes contribuciones, pero te digo, la inversión es fundamental y la colaboración”.
¿Por qué apostarle a la ciencia colaborativa?
Los problemas científicos de hoy son tan difíciles, que necesitamos distintas maneras de pensar, aunque sean de una misma vertiente. Es una época en donde se necesita que todos pensemos juntos.
“Es posible hacer una ciencia colaborativa, y es necesario para acelerar los descubrimientos. Para poder mejorar la salud, y deshacer los cuellos de botella que a veces se generan en la ciencia: cuantos más cerebros piensen, es más posible salir adelante”.
Según su criterio, ¿cuál será el gran descubrimiento en materia de ADN y genoma humano?
La epigenética; es decir, cómo la información de la epigenómica determina la manera en que se regula la información que hay en el ADN.
“Estamos empezando a ver que la información del genoma se regula usando otras moléculas que no son el ADN.
“Me parece que estamos al borde de descubrir qué es en realidad eso que codifica el ADN y cómo se regula esa información”.
¿Qué se siente tener el poder de trabajar tan en profundidad con el ADN, y hasta poder manipularlo?
Cuando uno trabaja en ciencia, lo único que se ve es el siguiente problema. Típicamente, aquello que uno tiene en frente siempre parece ser un problema, hasta que lo resuelves y aparece el siguiente problema.
“Yo me siento totalmente afortunado de haber nacido en un siglo que será recordado por el resto de la historia como el primero en que empezamos a entendernos a nosotros mismos”.