Esta no fue la primera vez que las paredes de la basílica de la Virgen de los Ángeles, en Cartago atestiguaron una muerte.
El 13 de mayo de 1950, durante el robo de la imagen de la Negrita, falleció el guarda de seguridad Manuel de Jesús Solano Torres, de 43 años.
En esa ocasión, supuestamente, dos maleantes se escondieron en uno de los altares. Alrededor de las 11 p. m., sorprendieron al vigilante y lo golpearon en la cabeza con un objeto metálico, que resultó mortal.
Los asaltantes se llevaron la imagen de la Virgen y joyas.
El fallecido era casado y padre de siete hijos.
Los detalles de cómo ocurrió el atraco y el homicidio nunca se conocieron, pues se dieron varias versiones de los hechos.
Cinco años después, fue condenado a 45 años de prisión –solamente por el robo–, José León Sánchez (hoy de 85 años), quien estuvo 20 años en la cárcel. A él se le concedió después una rebaja en la pena. En 1999, la Sala Tercera de la Corte lo absolvió, por dudas, de toda pena y responsabilidad, al considerar que hubo errores en el antiguo proceso.
Otro caso. El otro suceso que sorprendió a los fieles católicos visitantes de la basílica de los Ángeles ocurrió el 5 de abril de 1969 y fue similar al de ayer.
El guarda civil Evelio Molina Monge, de la comandancia de Cartago, se mató de un disparo en la cabeza dentro de uno de los confesionarios.
Según reportó La Nación en aquel entonces, el oficial llegó a su trabajo y recibió las instrucciones de la jornada.
Posteriormente, se dirigió hacia la basílica, observó los alrededores y, finalmente, entró al confesionario donde se disparó.
Quienes estaban cerca escucharon una detonación de arma de fuego. Las autoridades confirmaron que se suicidó con un revólver de calibre 38, que era de uso oficial.
Molina era casado y padre de seis hijos.