Este joven contó que llevaba 11 meses de no saber lo que era darle un beso a una mujer. “¿Dónde están las mujeres que en la calle decían que me querían y ahora que estoy preso solo mamá me visita?”, cuestionó.
Su comentario fue publicado el 29 de agosto del 2013 en la red social Facebook. La queja podría pasar desapercibida si no se tratara de un presidiario que, bajo el seudónimo de “ Bam Bam CG” , muestra fotos de su celda, sus compañeros y narra su vida tras rejas.
Se llama Luis Orlando Cordero González, de 20 años, quien desde marzo del 2013 tiene activo el usuario. Dice ser aficionado a la Liga Deportiva Alajuelense y, según Adaptación Social, está preso en la cárcel de San Sebastián.
La Nación detectó que, así como él, ocho reclusos más tienen abiertos perfiles en Facebook, en los cuales muestran fotografías de sus puñales, lanzan amenazas, escriben mensajes de amor, se etiquetan entre ellos y hasta se les ve consumiendo el licor conocido como ‘chicha’. Incluso uno de ellos muestra en una celda la cabeza cercenada de un gato.
Adaptación Social confirmó a este diario que los nombres de los usuarios que aparecen en la red social, son de reclusos. Se trata de Byron Madrigal , Antonio Sánchez Acevedo , Jordan Hernández Chaves , Leandro Morales , Jean Carlo Núñez Aragón , Salomón Arce , Diego Aguilera y Andrey Hernández Cerdas , quienes están recluidos en los penales San Sebastián, La Reforma y Pococí.
Pese a que se intentó conocer el delito por el cual están detenidos y la pena que descuentan, Manrique Sibaja, director de Adaptación Social, no suministró esa información por recomendación de la Agencia de Protección de Datos de los Habitantes (Prodhab).
La Nación también detectó otros nueve usuarios más que publican fotos donde se les ve en prisión, pero las autoridades no pudieron determinar si corresponden realmente a privados de libertad. Sibaja ordenó a la Policía Penitenciaria investigar los perfiles para luego pedir su cierre a Facebook.
Reiterativo. El uso de celulares con acceso a Internet desde prisión no es nuevo para las autoridades. Este diario ya había publicado en febrero del 2012 la historia de “Aarón Guti”, un preso de la cárcel Adulto Joven, que narraba su vida por Facebook . Esa vez se detectaron 20 perfiles más que fueron cerrados.
“El privado de libertad lo que busca es interactuar con las personas de fuera, pero parte del riesgo es que se comunique con miembros de determinadas organizaciones a través de códigos y lenguajes”, explicó Sibaja.
El director señaló que el castigo para el reo, en caso de tener celular, implica la suspensión de la visita de familiares y amigos por un lapso determinado.
Para Sibaja, muchos allegados a los reclusos continúan ingresando teléfonos a las prisiones, ya que no es delito.
Las autoridades tienen apilados 10.000 celulares que han sido decomisados en requisas. Sibaja indicó que, dentro de la cárcel, cada aparato se puede cotizar a ¢80.000, como mínimo.