“Tengo año y ocho meses de estar aquí, y ahora me estoy graduando de sexto. Quiero salir a estudiar a la calle. Mi meta es seguir el colegio porque me di cuenta de que sí puedo, yo pensé que no podía. Estar aquí me ayudó a darme cuenta de que valgo mucho y de que sí puedo superarme en la vida”.
Así se expresó Evelyn Rey, de 28 años, quien tiene un año y ocho meses de estar detenida en la cárcel El Buen Pastor, tras ser condenada a cinco años y medio por tráfico de drogas. Está segura de que en enero saldrá libre con un beneficio, pero aún no le han comunicado la resolución.
El tiempo que ha estado en prisión lo aprovechó para estudiar, pues de pequeña dejó la escuela tras finalizar el cuarto grado. “Tengo dos hijos y quiero darles el buen ejemplo que nunca les di. Saldré de prisión con otra mente, siendo otra persona, porque me di cuenta lo que se sufre aquí y las injusticias que se viven”, aseguró.
Como ella, otras 139 mujeres se graduaron el jueves anterior en las modalidades de alfabetización, primaria, tercer ciclo, cursos de computación, talleres guitarra y de artes plásticas.
Entre esas mujeres hay madres, jóvenes y hasta profesionales. Tal es el caso de Sussy (prefirió que no se le identificase), una auxiliar de enfermería, quien cursa la carrera de administración de servicio de salud en la Universidad Estatal a Distancia (UNED).
Sussy descuenta, desde hace un año y cuatro meses, una condena de ocho años por tráfico de drogas. “A mí me gusta estudiar, lo considero importante y hay que aprovechar el recurso. El peor error del ser humano es ser ignorante. Yo represento una inspiración para muchas compañeras. El estudio conlleva a cambiar la perspectiva de vida. Este esfuerzo que las muchachas hacen aquí en la cárcel por estudiar es rescatable y los docentes se encargan de vernos como valiosas”, sostuvo.
Murales. Las 13 mujeres graduadas de los talleres de artes plásticas recientemente culminaron un mural exclusivo en un baño de la prisión, como parte del proyecto Arte por la Paz, el cual se ha ido extendiendo también a otros centros.
Rosibel Navarrete es una de ellas y asegura que el mural representa a Dios, su familia y sus compañeras. “Usamos una técnica de mandela, donde todos los colores tienen un significado”, dijo.
Por su parte, Vanessa Bustos, una madre de cuatro hijos, quien tiene 34 años y acaba de culminar el sexto, expresó: “Me siento orgullosa y exitosa como mujer. Ya matriculé el colegio y voy a comenzar en febrero”.
Sus tres hijas están en el colegio y su otro hijo estudia meteorología en la UCR. “Quiero que ellos se sientan orgullosos de la mamá porque en la calle no me dediqué a otras cosas, sino a superarme como persona”, concluyó.