Pococí, Limón
“Es un infierno”. De esa forma, el reo Minor Osorno describió lo que se vive en el nuevo arco modular de la cárcel La Leticia, en Pococí, Limón.
De inmediato, Osorno aclaró que no lo dice porque exista mala convivencia entre los presos, sino porque es “insoportable” el calor que hace dentro del módulo, que fue hecho de acero y zinc. Hay días en los que la temperatura supera los 34 °C.
Explicó que el bochorno no los deja ni conciliar el sueño. “Hace un calor tan fuerte que pocos pueden dormir en las camas. La mayoría de nosotros nos tiramos al piso para descansar; otros se meten a bañar en la madrugada”.
Osorno es uno de los 104 presos que están recluidos en este arco modular, el cual fue inaugurado el pasado 29 de abril con el objetivo de aliviar un poco la sobrepoblación que tiene actualmente el sistema penitenciario nacional (ronda un 42%).
Este pabellón es de mínima contención, lo que significa que los reclusos que estén ahí deben cumplir su pena en ocho años o menos; deben tener buena convivencia y deben trabajar dentro del centro (en mantenimiento, cocina o en la finca, entre otros).
El arco mide cerca de 1.000 metros cuadrados y está conformado por el comedor, un gran dormitorio con 52 camarotes, una batería de servicios sanitarios y patio. Su construcción estuvo a cargo de la empresa Hermanos Navarro y Sojo y costó ¢495 millones.
En su mayoría, la estructura está hecha a base de láminas de acero, las cuales están revestidas de zinc. Solamente en el baño las paredes son de concreto, según las especificaciones técnicas que hizo el Ministerio de Justicia y que aparecen en los planos que se facilitaron.
En una visita al módulo que hizo un equipo de La Nación se comprobó el calor que hace, pese a que, en apariencia, hay aisladores térmicos y pese a que en el dormitorio hay ocho ventanas pequeñas y 26 abanicos que permanecen encendidos día y noche.
“En las mañanas y tardes, uno no se puede ni acercar a esas latas (las paredes) porque están hirviendo y uno se quema. El sitio más fresquito son las duchas, pero no podemos estar ahí todo el día”, expresó Osorno.
“Los que llevamos la peor parte somos los que dormimos en la parte baja del camarote. Ahí no llega nada del viento de los abanicos”, agregó el reo.
Osorno contó que, además del calor, sufren cuando llueve, ya que el nuevo inmueble también posee goteras.
Se intentó localizar a algún representante de la constructora, pero no hubo respuesta a los correos electrónicos.
En espera. Marianela Fallas, directora del centro penal, recordó que este problema salió a la luz pocos días después de la inauguración del módulo. Desde ese momento, detalló, le pidieron soluciones a la compañía constructora, ya que el arco tiene una garantía de dos años.
“Nosotros (la Administración) no podemos instalar nada en el módulo porque está en garantía. Por eso, cada vez que tenemos algún problema se lo comunicamos a la empresa y ellos hacen la inspección”, mencionó.
Empero, como la compañía no les ha dado ninguna solución para paliar las altas temperaturas, el Ministerio de Justicia le pidió a la Administración que hiciera mediciones de calor para demostrar que las quejas de los reclusos tienen fundamento.
Entonces, desde el pasado 30 de junio, funcionarios de esa cárcel hacen cuatro mediciones al día: a las 9 a. m., al mediodía, a las 3 p. m. y a las 6 p .m. Generalmente, se realizan cuando hay pocos presos dentro del arco.
Según el reporte, uno de los días en que se registró la mayor temperatura fue el domingo 3 de julio, con 34 grados.
“Estas mediciones las hacemos en horas en las que los reclusos generalmente no están. Entonces, si se llega a esas temperaturas estando casi vacío, imagínese cómo debe ser el ambiente cuando se cierra el módulo por las noches.
”A mi criterio, el fallo es por el material que se usó. A pesar de que el arco es alto (casi seis metros) y de que se puso supuestamente un aislante, esto no ha funcionado. La estructura es de láminas y se calienta”, dijo Fallas.
Por estos inconvenientes, varios reclusos alegaron que preferirían devolverse a los cuartos donde estaban antes, en los cuales las paredes son de cemento y contaban con enchufes para conectar sus propios abanicos.
Otro reo, Rodney Rubio, afirmó que “es cierto que antes estábamos incómodos porque no teníamos espacio, pero al menos no sufríamos de calor. Es una lástima que uno prefiera volver a donde estaba antes que seguir en este lugar que, si no fuera tan caliente, sería muy bonito”.
Rubio contó que sus compañeros le han solicitado a la dirección del centro penal que les coloquen enchufes y les permitan poner sus abanicos.
Consultada por esa solución, la directora la descartó debido a que el departamento de Arquitectura de la cárcel consideró que “la capacidad eléctrica para la instalación de abanicos no es conveniente”.
También se inunda. La funcionaria detalló que el problema del calor es solo uno de los que sufren estos privados de libertad, ya que el arco modular tiene goteras; así que, cuando llueve, se hacen algunos charcos en su interior.
Los presidiarios relataron que han cambiado de lugar los camarotes para evitar que las colchonetas se mojen.
Fallas señaló que la empresa constructora ha trabajado para eliminar algunas goteras, pero, cuando vuelve a llover, aparecen otras. “La semana siguiente a la que se abrió el arco comenzamos con este problema. Pero es de nunca acabar; también estamos esperando una solución permanente”, concluyó la directora.
‘Estar aquí es insoportable; estábamos mejor antes’
Oviedo Vargas ya perdió la cuenta de cuántas veces al día se da un baño, ya que el calor que hace dentro del nuevo arco modular en la cárcel La Leticia, en Pococí de Limón, lo obliga a meterse a la ducha constantemente.
“Aquí (en el módulo) no se puede estar, es muy incómodo. Hace un bochorno horrible y usted ya lo sintió. Yo me voy a bañar cada vez que siento calor”, mencionó Vargas.
Por eso, aseguró, tanto él como muchos otros compañeros dijeron que preferían regresar a los dormitorios en los que estaban antes, los cuales tenían las paredes de cemento, lo que evitaba que se incrementara la temperatura.
“Estar aquí es insoportable; estábamos mejor antes. Aquí es muy bonito, pero el calor lo mata todo. Se podría pensar que somos malagradecidos, pero no es así. Solo exigimos que se respete nuestro derecho a estar bien.
”En este momento, preferimos regresar a lo de antes porque ahí no era ni frío ni caliente y porque no estábamos los 104 metidos en un mismo dormitorio”, mencionó Vargas.
Jorge Mora, otro reo, coincidió en que la situación es “insostenible”. “Vea, mami, aunque tenemos camas, tenemos que dormir en el piso por el calor que hace. Por dicha, durante el día no estamos aquí metidos porque eso sí sería un gran problema”.
Mora detalló que, generalmente, duermen con las ventanas abiertas para que se refresque el ambiente, pero hay noches en las que llueve y deben cerrarlas para evitar mojarse.
“Esto se vuelve insoportable. El ambiente hasta se pone tenso entre los compañeros. No se puede estar así; nadie puede soportar temperaturas tan altas todos los días”.