En el año 2011, la inquietud e incertidumbre era cosa de todos los días para el Cuerpo de Bomberos. Desde enero del año anterior tenía independencia financiera, pero cuando hacía las cuentas, no cerraban. Faltaban recursos, no había quién los diera y sobraba en qué gastarlos.
La institución, entonces con 146 años de vida, afrontaría un déficit de más de ¢2.000 millones al final del año fiscal si no lograba conseguir entradas de dinero.
Un proyecto presentado ante la Asamblea Legislativa era la salida ideal, pero había estado casi un año en comisión.
Casi dos años después, y tras ser aprobada la ley para complementar su financiamiento, la entidad se ha recuperado del faltante y avanza en la construcción del centro de operaciones más grande de Centroamérica.
El repunte ha permitido a Bomberos invertir en unidades extintoras, nuevas plazas para personal e instalaciones en zonas rurales del país. La joya de la corona es el Centro de Operaciones de Bomberos (COB), un moderno edificio que reuniría la sala de despachos, el personal radiotécnico, el departamento de tecnología de información y una sala de crisis para casos de emergencias.
La aprobación, en agosto del 2011, de la Ley para el Fortalecimiento Económico del Benemérito Cuerpo de Bomberos de Costa Rica facultó a la institución para cobrar un 1,75% de la factura mensual de las empresas eléctricas que prestan servicios a hogares, comercios e industrias.
Con este impuesto –del que están exentos los hogares con un consumo menor que 100 kWh– los legisladores previeron que ingresarían al menos ¢8.000 millones anuales a las arcas de Bomberos.
En el 2012, primer año en que se recaudó este tributo, los ingresos subieron a casi ¢9.000 millones, para resultar, por primera vez en años, en un superávit.
Por su cuenta. En agosto del 2008, cuando la Asamblea Legislativa aprobó el fin del monopolio en seguros a escala nacional, como parte de la agenda complementaria del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, el Cuerpo de Bomberos empezó a ver los fantasmas del desfinanciamiento.
El INS, que había velado financieramente por la institución desde 1925, hacía señas obvias de que era hora de buscar casa propia.
Bomberos tomó literalmente la invitación, salió del edificio del INS hacia una estructura propia y montó su aparato administrativo. Incluso, cambió de figura jurídica y pasó a ser un órgano de desconcentración máxima, todavía adscrito al Instituto, pero con independencia operativa y financiera.
La ley permitía al Cuerpo de Bomberos tomarse un año para finalizar este proceso, pero sus autoridades pidieron una extensión hasta enero del 2010. Ese año, la entidad celebró su 145 aniversario con autonomía, pero con bolsillos vacíos y un plan de ley en mente, que llevaría al Congreso.
“Eran tiempos complicados en que apenas se había rechazado el denominado plan fiscal, pero logramos un fuerte apoyo y casi que por unanimidad se aprobó”, recuerda Héctor Chaves, director.
Hasta entonces, los ingresos del Cuerpo de Bomberos procedían del 4% de impuesto a los seguros vendidos en el país, pero esa fuente no generaba todo el dinero requerido. El déficit del 2010 había sido de ¢976 millones y para el 2011 todo apuntaba un camino similar; finalmente, cerró en ¢2.053 millones.
Tras la nueva legislación, los tributos a seguros todavía representan el 60% de los ingresos de la institución, pero el impuesto al consumo eléctrico ya alcanzó el 30% de los dineros que entran.
Aprobada la ley de fortalecimiento en agosto del 2011 y firmada dos meses después, a Bomberos solo le quedó recaudar el dinero y empezar a ejecutarlo, con la ventaja de ser un tributo directo: se saltaría la caja chica del Estado.
Los recursos se ejecutaron con la prisa que solo conocen los que han hecho mucho con poco durante años. Los presupuestos estaban listos semanas antes de que entrara el primer monto y pronto se abrieron 148 plazas, seis estaciones (Los Chiles, Bribrí de Talamanca, Puerto Jiménez de Golfito, Cariari de Pococí, Monteverde de Puntarenas, y Nandayure en Guanacaste), una estación naval y se compraron 22 unidades extintoras.
El proyecto más fuerte sigue siendo el Centro de Operaciones, con el que se pretende solventar necesidades de comunicación a escala nacional.
“No dejamos que la plata se calentara y eso le gustó a la gente”, dice, sonriente, Chaves, quien sostiene, sin embargo, que hacen toda inversión presupuestando los gastos de los próximos 20 años.