Cuando Mauricio Castrillo Quesada violó a una universitaria, fungía como policía en la delegación de la Fuerza Pública de Mata Redonda, en San José.
Aquel ataque contra la muchacha, que en aquel entonces tenía 24 años, ocurrió en febrero del 2010, en una calle solitaria en Sabana Norte.
Casi dos años después fue despedido por cometer ese delito, mientras el proceso penal en su contra continuaba en el Tribunal de San José.
En febrero pasado lo condenaron a 42 años de cárcel por tres delitos de violación calificada en contra de la joven. Sin embargo, el Tribunal de Apelación de Sentencia de Goicoechea le rebajó la pena a 36 años.
Castrillo, de 38 años, se sumó a la lista de personas que estuvieron vinculadas a algún cuerpo policial y hoy están recluidas en el sistema penitenciario.
Uno por uno. De 1993 al 2014, 48 policías fueron detenidos por delitos varios. De esos, 21 son indiciados (acusados de algún delito) y 27 recibieron sentencia, según el Ministerio de Justicia y Paz.
De acuerdo con la institución, el 2011 fue el año con más condenas a quienes perdieron su condición de policías; hubo siete casos. En el 2007 solo se condenó a uno.
La entidad no indicó en cuáles cuerpos de seguridad trabajaban los involucrados, pero detalló que los reos están distribuidos en las cárceles de Pococí, Pérez Zeledón, Liberia, San Carlos, San José, La Reforma y Puntarenas.
Según los datos del Ministerio, la mayoría de los exoficiales (ocho) fueron sentenciados por violación o abusos sexuales.
Otros siete fueron a la cárcel por involucrarse en negocios de drogas y la misma cantidad está tras las rejas por homicidio.
Los datos indican que otros tres recibieron condenas por robos y los dos restantes fueron a prisión por cometer el delito de tráfico ilícito de personas y por corrupción agravada.
En el caso de los indiciados, nueve han infringido la ley de psicotrópicos y otros nueve han caído por venta de drogas.
Entre los últimos casos está el de un policía penitenciario aprehendido por intentar ingresar droga a la cárcel de Liberia.
Los otros tres afrontan, respectivamente, causas por feminicidio, por secuestro extorsivo y por evasión.
Injustificado. Pablo Bertozzi, director de la Policía Penitenciaria, estima que no hay ninguna razón que justifique que un oficial se involucre en actividades ilícitas.
El jerarca afirmó que las personas cometen o no delitos dependiendo de los valores que tengan. Por eso no hay fórmulas para evitar estas situaciones.
“El tema de la corrupción es un tema que entra en el plano individual. No existe ninguna condición que haga entender por qué un funcionario opta por meterse en la corrupción.
”A veces intentan argumentar que ganan poca plata o que han sido amenazados, pero nada de eso lo justifica”, dijo Bertozzi.
Eso sí, admitió que los oficiales necesitan trabajar en un ambiente digno para evitar “esas tentaciones”. Señaló que en la Policía Penitenciaria buscan capacitar a sus funcionarios.
“También nos involucramos muchísimo en el tema del reclutamiento de personal. Y, cuando contratamos, los vigilamos muy de cerca”, contó Bertozzi.
Por su parte, Nils Ching, subdirector de la Fuerza Pública, aseguró que cada policía debería tener “gran vocación de servicio y valores ejemplares”.
Sin embargo, manifestó que eso solo se puede sembrar en la niñez y fortalecer cuando se es adulto. “No vamos a pretender que vamos a cambiar a alguien. Cuando se hace un proceso de reclutamiento, intentamos fijarnos en este tipo de detalles. Pero nada es infalible”, expresó.
Asimismo, Ching criticó que algunas personas consideren que el “salario humilde” podría inducir a los oficiales a involucrarse en actividades ilícitas.
“Por más humilde que sea su profesión, por más humilde que sea el pago que se recibe, eso no tiene nada que ver con que usted tome la decisión de robar y de hacer cosas que van a afectar su honor y el de los demás”, indicó.