¿Qué tomó en cuenta para trasladarse a Limón?
Profesionalmente, era una oportunidad de trabajar en lo que a uno le gusta y de formar parte del plan para instalar Flagrancia en Limón. Entre las desventajas estaba el hecho de tener que salir del Valle Central. Se dice que después del Zurquí es otro país.
¿Sintió miedo al irse ?
Sí había un cierto temor de venir a trabajar a la zona, por una cuestión de seguridad .
¿Ha recibido amenazas?
Sí. Fue una de las primeras experiencias antes de conocer casos de flagrancia. Uno de los imputados, que resultó condenado, me dijo: ‘No se preocupe, no voy a pasar toda la vida en la cárcel’. En ese momento sentí temor, pero una amenaza de esas se puede recibir en cualquier parte del país.
¿Puede un juez trabajar tranquilo en Limón?
Sí. Puede trabajar en paz siempre y cuando haga bien su trabajo y se mantenga al margen de los grupos. Hay que tener cuidado con las personas que se le acercan y con los vínculos que uno hace. Hay que limitar el círculo de amistades.
¿Faltan jueces en Limón?
Más que cantidad, lo que se requiere es calidad; que no se nombren jueces por inopia, porque eso influye en la calidad. Pueden darse 10 resoluciones, pero si son de mala calidad, esas resoluciones se van a anular, van a ser devueltas y la carga de trabajo nunca va a disminuir.