Los narcotraficantes echan mano a una “nueva técnica” para asegurarse de que los adictos y sus rivales les cancelen las deudas.
Se trata del narcosecuestro, el cual consiste en retener a consumidores que no pagan la mercancía, para luego exigirle a sus familiares la suma de dinero que les debe la víctima.
En menor cantidad de ocasiones, esos violentos grupos también privan de la libertad a sus rivales, para vengarse por algún tumbonazo (robo de droga) que les hicieron. En estos casos, también solicitan dinero a sus parientes.
Según estadísticas del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), en los últimos años se reportaron 13 narcosecuestros; no obstante, las autoridades aseguraron que debe haber una “alta” cifra negra (casos no denunciados).
El año en el que más se recibieron denuncias por este delito fue en el 2011, con seis, mientras que en el 2013 no se reportó ningún incidente de ese tipo.
La mayoría de las retenciones ocurrió en San José, con seis y en Limón, con cuatro. En Guanacaste y Puntarenas, no se han reportado en ese periodo.
Bandas organizadas. Osvaldo Ramírez, jefe de la Unidad de Secuestros de la Sección de Delitos Varios del OIJ, explicó que la capital y la provincia caribeña son las más afectadas por este delito debido a la cantidad de bandas organizadas que hay en esos sectores.
“La zona costera, además, es es el lugar de desembarque del narcotráfico, entonces, eso produce que haya un mayor movimiento de droga y, por lo tanto, un mayor interés por parte de los ciudadanos en ingresar a ese negocio”, agregó.
La dinámica que rodea el narcosecuestro es muy diferente a la que se da en el resto de los secuestros, detalló Ramírez.
Primero porque los grupos narcotraficantes “no tienen experiencia en estos temas”, así que no planifican el secuestro de su víctima.
“Es algo más espontáneo. Se trata de que alguien no me pagó o alguien me tumbó la droga y lo secuestro para recuperar mi dinero. Ahí no les interesa matar a nadie, sino que se le devuelva la mercancía o el efectivo.
“En otros casos se hace un análisis de la víctima, se le hace un estudio, pero en los narcosecuestros eso no existe. ¿Por qué? porque los familiares saben que el afectado anda en ese mundo y pocas veces lo irá a denunciar ante la Policía”, apuntó.
Segundo porque no hay un perfil claro de las víctimas. Es decir, las autoridades conocen que generalmente se trata de consumidores. Pero el nivel económico de las víctimas varía mucho entre sí: pueden secuestrar desde un indigente hasta un joven de familia adinerada, mencionó el jefe policial.
Pese a que, según Ramírez, la mayoría de casos de narcosecuestro son resueltos, admitió que la investigación es “más complicada”.
Silencio . La razón principal es que los familiares de la víctima suelen ocultar información a las autoridades. Es decir, no detallan las actividades a la que se dedica el ofendido ni señalan quiénes serían sus enemigos.
“Nosotros nos enteramos de que se trata de un narcosecuestro luego de que hacemos la victimología, porque en pocas ocasiones nos lo indican desde el principio”, detalló.
Además, los parientes no tienen una “buena disposición” con la Policía. “Es muy difícil que sigan las direcciones que les damos y, en este tipo de delitos, necesitamos que los parientes trabajan muy de la mano con nosotros. Por el contrario, existe una confrontación entre las partes” , indicó Ramírez.
El jefe policial indicó que ese enfrentamiento provoca que los parientes hasta realicen pagos “a escondidas” a los secuestrados. “Este tipo de acciones lo que hace es complicar la investigación y hace que se tarde más en resolver, pero es muy difícil que lo entiendan. Por eso, hay que darle otro tipo de tratamiento”.