Primero de abril de 1995, diez de la mañana, aeropuerto Juan Santamaría. Cuatro personas que aparentan no tener relación entre sí abordan el vuelo 2152 de American Airlines hacia Miami. Miradas discretas de todos ellos vigilan un maletín rojo.
Ese mismo día, a las 6 a.m., un grupo de agentes policiales vigilaba la pulpería San Bosco, en Guadalupe, a la espera de un hombre: Eliécer Arias Jiménez, que los conduciría hasta un maletín que supuestamente contenía unos "dólares" que enviarían a Miami.
Eran los últimos instantes de la operación AS -como se le denominó para que no se filtrara información- y el preludio de la segunda caída de Ricardo Alem León y su organización sospechosa de tráfico de drogas.
La operación inició por las confesiones de un informante de la DEA que, reclutado por Eliécer Arias, mano derecha de Alem, infiltró el grupo sospechoso de transportar droga hacia Estados Unidos, como lo relata el requerimiento de instrucción.
Arias es miembro de la asamblea plenaria del Partido Liberación Nacional (PLN) y representante por Turrubares.
Versiones judiciales suministradas a La Nación indicaron que el informante había servido de "burro" a la organización de Alem por lo menos en una ocasión anterior en que enviaron droga hacia los Estados Unidos, pero ahora, estaba dispuesto a entregarlos.
Los puestos de vigilancia estaban montados. Sabían, por indicación del informante, que Eliécer pasaría ese sábado a recogerlo a su casa para llevarlo hasta el aeropuerto Juan Santamaría. Desconocían la forma en que se entregarían los "dólares".
El juez de instrucción de Alajuela, José Daniel Hidalgo, se quedó ese día, desde las 6:45 a.m. en la casa del colaborador, verificando que en su equipaje preparado para el viaje no se encontraba el supuesto dinero que se le iba a entregar.
Eliécer, quien vestía informalmente, llegó a las 7:15 a.m. a pie a la pulpería San Bosco. A las 7:20 a.m. subió al taxi SJP-3338, de su propiedad, y viajó solo. Tomó por la carretera principal y se dirigió al sector de la Clínica Católica donde permaneció estacionado brevemente para luego marcharse. Se enrumbó luego por la rotonda hacia San Francisco.
A las 7:30 a.m. recogió al colaborador. El juez observó aquello. Antes de irse, el colaborador regresó a la casa y le dijo al juez que Eliécer le había mostrado un maletín rojo que se encontraba en la cajuela y le dijo que ahí se encontraban los dólares que debía llevar a Miami.
Luego se dirigió al aeropuerto. También lo hizo el juez.
Para entonces, en la terminal aérea nueve oficiales de la Policía de Control de Drogas del Ministerio de Seguridad Pública y dos agentes de la DEA (Agencia de Lucha Antidrogas -estadounidense-) esperaban la llegada de Eliécer y de su acompañante.
Espías espiando espías
Eran las 8:05 a.m. Eliécer y su acompañante (el informante de la DEA) se dirigieron con las maletas, incluido el maletín rojo, hacia la fila de chequeo de American Airlines. En todo momento, Eliécer mantuvo bajo custodia aquel maletín.
La revisón terminó a las 8:20 a.m. y Eliécer dejó de custodiar el bulto. A las 9:35 a.m., el informante de la DEA pasó por el control migratorio y se dirigió a un baño del ala este donde, conforme a lo establecido, platicó con un oficial costarricense. El plan seguía adelante.
A las 9:45 a.m. el informante subió al avión, custodiado de cerca por un oficial costarricense, Carlos Sánchez, y otro de la DEA, Glenn Schneider. En aquel juego de vigilancia subrepticia, una cuarta persona cumplía, según las autoridades, su papel. La acusada Blanca Salas, amante de Ricardo Alem, luego detenida en Miami, también seguía de cerca los pasos del informante. Vestía una enagua de mezclilla larga.
Tan pronto el informante abordó el avión, Blanca hizo una llamada. Eran las 9:50 a.m. y de ello fue testigo José Delgado, agente de la DEA asignado en San José. Tras esto, Blanca partió hacia Miami a las 10 a.m.
Agonía en el aeropuerto
Una llamada telefónica desde Miami, del oficial Carlos Sánchez despejó las dudas sobre el viaje. Eran las 2:20 p.m. (hora de Costa Rica) y todo había transcurrido normalmente.
Durante el trayecto hacia las salas de equipaje, los agentes Sánchez y Schneider observaron que Blanca se les adelantó por un pasadizo lateral, recogió sus maletas y esperó a que lo hiciera el informante.
Por error y por unos instantes, el agente Sánchez fue interceptado e interrogado por agentes migratorios. Fueron segundos interminables.
Al salir del aeropuerto, los agentes notaron que Blanca los seguía por lo que para evitarla dieron unas vueltas y finalmente la eludieron.
Luego los recogió el oficial del DEA, Richard Bendekovic, quien los trasladó hasta las oficinas del cuerpo policial donde en presencia del informante y de otros agentes abrieron el maletín rojo que le había entregado Eliécer Arias.
No había dólares, ni dinero de ningún tipo, eran solo 15 paquetes de bolsas de café.
Envolturas plásticas transparentes y cosidas, que cubrían sacos de gangoche pequeños con el logotipo de Café Rey de Costa Rica, contenían a su vez granos de café y unas bolsas que cubrían un inesperado polvo blanco: cocaína.
Dos pares de sandalias para niño, dos bolsas de marsmelos compradas en el supermercado Rayo Azul y dos camisetas, compartían con la droga el espacio en el maletín.
Hospedados en el hotel Ramada, ubicado en las inmediaciones del aeropuerto de Miami, el informante y los agentes -en el cuarto de al lado- esperaron la próxima indicación.
Las llamadas las hicieron Eliécer Arias y el mismo Ricardo Alem, quienes indicaron al colaborador que debía entregar el maletín a una mujer que se apersonaría a la entrada principal a recogerlo. La mujer resultó ser Blanca Isela Salas, quien llegó en un vehículo azul oscuro.
Aprovechando que conducía lentamente por las carreteras de Miami, la DEA dio la orden de capturarla "para no correr el riesgo de perderla". Ante la solicitud de un policía, Blanca accedió a que revisaran la cajuela del carro y un perro detector de drogas reveló el contenido del maletín. Ella adujo que el bulto no le pertenecía y que el carro en que viajaba era alquilado. Quedó detenida.
Preocupado por no tener noticias de ella, Alem intervino: contrató a un investigador privado, quien le confirmó la detención.
Pese a las advertencias que muchos le hicieron, registradas en las grabaciones, Alem decidió viajar. El 4 de abril, le pidió al abogado Carlos Cerdas -también detenido en Miami- que fuera con él y salieron hacia Miami en los vuelos 984 -Alem- y 568 -Cerdas- de American Airlines.
Al día siguiente, ambos fueron detenidos por la DEA al considerar suficientes pruebas para seguirles causa por tráfico internacional de drogas.
Sobre el arresto, La Nación tuvo informes de que se produjo después de una gran discrepancia entre las autoridades a cargo del caso: dárselo a los estadounidenses o detenerlo en Costa Rica. Cuentan que después de varias reuniones, todos accedieron a entregarlo.