San José. Cuando el narcotraficante mexicano Rafael Caro Quintero se percató de su inminente deportación de Costa Rica a México, soltó una tentadora oferta a un agente costarricense con el que caminaba esposado a su muñeca: $1 millón a cambio del nombre del oficial de la DEA, agencia antidrogas de Estados Unidos, que descubrió su presencia en este país.
Caro Quintero aprovechó unos pocos segundos en el trayecto de un automóvil policial a una aeronave en la que ese día –5 de abril– fue repatriado.
La oferta fue planteada mientras ambos recorrían un corto trecho de la pista del aeropuerto internacional Juan Santamaría hacia el avión de la Procuraduría General de la República (PGR) que, poco después, volaría a México con el capo y siete mexicanos más .
La propuesta ocurrió en segundos, contó el tico, quien laboraba en el Organismo de Investigación Judicial y ahora trabaja con la DEA. Su identidad se mantiene en reserva por seguridad.
La presencia en Costa Rica del narcotraficante fue detectada por la DEA, el 3 de abril de 1985. Al día siguiente, a las 5:45 a. m., 10 agentes de la Unidad Especial de Intervención (UEI) y 15 de la Sección de Estupefacientes del Órgano de Investigación Judicial ingresaron a una residencia de lujo cerca del aeropuerto.
Caro Quintero y su novia Sara Cossío estaban en una cama casi sin ropa. Cuando vieron su habitación llena de hombres con trajes de fatiga, pasamontañas y rifles de asalto, pensaron que era un robo.
Estaban asustados, no sabían qué pasaba, hasta que un agente del OIJ leyó la resolución del juez, Jorge Meza, quien permitió el allanamiento por un supuesto secuestro. Los policías le pidieron a la pareja vestirse. Caro Quintero nunca dijo una palabra, aunque mostró asombro, relató el viernes un exagente del OIJ que participó en el allanamiento. “Yo no estoy secuestrada. Yo estoy enamorada de Caro Quintero”, manifestó Cossío en su declaración a la Policía.
Doce horas después del allanamiento, a las 6 p. m., y tras ser enviadas a México las huellas dactilares de todos los detenidos, la Policía Judicial recibió una respuesta inesperada: “Ustedes detuvieron a Caro Quintero. Lo buscamos por tráfico de drogas y la DEA lo solicita por matar a uno de sus agentes”.
Una nave de la PGR despegó de Costa Rica, el 5 de abril, a las 4 p. m., rumbo a México llevando a Quintero y a siete mexicanos más arrestados luego de un tiroteo: José Albino Bazán Padilla, Miguel Ángel Lugo Vega, Luis Beltrán Alvarado, Juan Francisco Hernández Ochoa, Violeta Estrada, Rodrigo Soto Guerrero y Juan Carlos Campos.
Bajo medidas de seguridad salieron de las patrullas y fueron conducidos al aparato de la PGR. En ese corto trayecto, Quintero aprovechó para pedir el nombre del agente de la DEA que lo localizó en Costa Rica.
En medio de la controversia política, policial y judicial provocada al descubrirse que Caro Quintero estuvo del 17 de marzo al 5 de abril en Costa Rica, precedido por un proceso de compra de residencias y otros bienes, oficiales de la embajada de Estados Unidos en San José investigaron la solicitud del mafioso al agente costarricense. Caro Quintero pretendía vengarse del oficial estadounidense que lo localizó en Costa Rica.