Limón. “Quiero justicia, que los responsables paguen por el último grano de arena que se tragó mi hijo”, dijo afligida Fernanda Sandoval, al declarar en el juicio contra siete imputados por el asesinato del ambientalista Jairo Mora Sandoval, de 26 años.
La madre del joven inició su relato ayer, a las 9:30 a. m., en el Tribunal Penal de Limón.
“Jairo era mi ser. Era mi todo. Él siempre me tranquilizaba diciendo que caminaba por la senda del bien”, agregó, al tiempo que secaba sus lágrimas con una servilleta de papel.
Jairo era su único hijo varón, pues también tiene dos hijas.
Sandoval calificó la pérdida de su muchacho como “irreparable” y comentó que la familia está apegada a la ayuda de Dios para poder superar este trance.
La madrugada del 31 de mayo del 2013, Mora y varias voluntarias recorrían la playa de Moín para proteger huevos de tortugas. Varios sujetos los abordaron; a ellas las llevaron a otro sitio y a él, según la acusación de la Fiscalía, lo golpearon, amarraron y luego lo arrastraron con un vehículo por la arena, lo que le habría provocado la muerte por asfixia.
Los acusados son de apellidos Delgado Loaiza, Quesada Cubillo, Centeno Rivas, Cash López, Arauz Martínez y dos hermanos apellidados Salmon Meléndez.
Las autoridades los señalan por asaltos y abusos sexuales.
La noticia. Los primeros rumores de que algo “fuerte” había ocurrido en Moín llegaron hasta la madre de Jairo esa misma mañana, cuando estaba con algunos vecinos realizando trabajos en el templo católico de Gandoca.
Ese día no había luz eléctrica, por lo que Sandoval no podía tener detalles a través de la prensa de lo que había sucedido.
Sin embargo, su presentimiento fue más fuerte, así que se trasladó hasta la casa de una amiga, a quien le pidió el favor de llamar a un compañero de trabajo de su hijo para averiguar si lo que había ocurrido en Moín tenía alguna relación con él.
“Sea bueno o malo lo que haya pasado, que me lo diga, porque no puedo continuar con esta angustia”, recordó que le dijo a su allegada. Al otro lado del teléfono, la noticia fue peor de lo que pensó.
El colega les dijo: “Estoy en Moín, he reconocido el cuerpo. A Jairo lo mataron”, según contó Sandoval ante el Tribunal, con la voz quebrada por el llanto.
“En ese momento sentí que me habían arrancado mi vida. Sentí que no tenía razón de ser. No sabía qué hacer. Sin embargo, Dios me auxilió y no me dejó llegar a la locura”, expresó.
Ayer, los jueces solo escucharon el relato de Sandoval, que fue el último testimonio presentado por el Ministerio Público en el juicio que lleva casi un mes de haber comenzado. El debate continuará el próximo lunes.