El Tribunal Penal de Juicio de Puntarenas condenó a una empresaria pesquera a seis meses de prisión al encontrarla responsable por ordenar la descarga de 652 aletas de tiburón, las cuales venían adheridas al esqueleto apenas por una delgada piel.
Este delito, conocido como aleteo de tiburón, está tipificado en el artículo 139 de la Ley de Pesca y Acuicultura y se sanciona con cárcel de seis meses a dos años, a quien permita, ordene o autorice la descarga de las aletas sin el respectivo cuerpo o vástago.
La sentencia la hizo pública el pasado martes el juez Simón Angulo, quien le dictó a la implicada Hue Ju Tseng Chang, conocida como Kathy Tseng, el extremo menor de la pena y además le concendió el beneficio condicional por un período de tres años. El juez impuso la sanción tomando en cuenta que la sentenciada es de limpios antecedentes judiciales y que enfrentó el proceso penal sin faltar.
Según señala la resolución, Kathy Tseng también debe pagor ¢3 millones.
Esta es la segunda ocasión que un tribunal analiza este caso, que ocurrió el 4 de octubre del 2011, en Puntarenas. En un primer juicio –que se realizó en abril del 2014– se había absuelto a la imputada. Empero, el Tribunal de Apelación de Sentencia de San Ramón anuló el fallo al determinar que era muy confuso y ordenó la realización de un nuevo debate.
Riesgo ambiental.
Durante el debate se comprobó que Kathy Tseng como representante legal de la embarcación Wang Jia Men 88, con bandera de Belice, fue la persona que pidió permiso al Incopesca para descargar las aletas de tiburón. Ese trabajo se realizó en el muelle de El Carmen de Puntarenas el 4 de octubre del 2011.
En el proceso, que se celebró en los Tribunales de Puntarenas, se hizo ver que las aletas de tiburón son comercializadas a un alto precio, en tanto el resto del cuerpo se vende a muy bajo costo. Por esa razón, algunos pescadores, cuando capturan un tiburón, le cortan las aletas y el resto lo tirán al mar.
Costa Rica y otras naciones, con la finalidad de proteger la especie, prohiben descargar solo las aletas y exigen que se traiga todo el cuerpo.
En este caso, se verificó que las aletas estaban adheridas por una delgada piel al hueso y que no traían la carne.
Para el juez Simón Angulo, la implicada conocía que la legislación costarricense prohibe la descarga de la aleta de tiburón sin el respectivo cuerpo y por esa razón le dictó los seis meses de prisión, se constata en la sentencia 29-P-2017, del Tribunal de Puntarenas.
Beneplácito.
Marco Quesada Alpízar, director del programa Conservación Internacional (CI) en Costa Rica dijo:"Nos alegra que, desde el Poder Judicial, el país envíe la clara señal de que su prioridad es proteger la sostenibilidad del país. La respuesta ante una práctica innovadora de aleteo, fue buena.
"Los pescadores responsables y las autoridades pesqueras y ambientales lo sabrán reconocer y aplaudir. En Conservación Internacional reiteramos nuestro compromiso con la pesca sostenible, las gestión transparente de recursos marinos y el control de las regulaciones ambientales del país".
Por su parte, Gladys Martínez, abogada de la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA) manifestó: "Esta es una sentencia histórica, pues es la primera vez que existe una condena penal por aleteo. Aplaudimos el esfuerzo de la Fiscalía por hacer cumplir las leyes nacionales y los compromisos internacionales de Costa Rica. Esperamos que sea un precedente que ayude a evitar que se repita esta práctica".
Heiner Méndez, jefe de la asesoría legal del Instituto Costaricense de Pesca y Acuicultura (Incopesca) también ratificó que es la primera vez que se castiga penalmente a quien ordena la descarga de las aletas de tiburón.
Recordó que existe un caso anterior, en mayo del 2012, pero que en aquel entonces se llegó a una conciliación con el dueño de la embarcación Hung Chi Fu XII, quien pagó ¢62 millones.
Ese caso judicial se inició el 2 de marzo del 2011, cuando se comprobó que la embarcación descargó tiburores sin aleta en el muelle del barrio El Carmen, en Puntarenas. En esa ocasión trajeron 18.000 kilos de cuerpo de tiburón (llamado vástago) y 2.000 kilos de aleta.