La banda narco liderada por el Indio operaba como una empresa con planilla propia. De hecho, hasta tenía un encargado que le llevaba la contabilidad.
Así lo hizo ver el Tribunal de Juicio de Pavas, este martes, al señalar que la organización fue ideada, de esa manera, por Marco Antonio Zamora, de 42 años.
Ese hombre, padre de cinco hijos, fue objetivo de la Policía, cuando se determinó que en octubre del 2010 se asoció, de manera ilícita, con otras personas para traficar droga a nivel local y, luego, hacia Centroamérica.
“Había personas encargadas de dar seguridad, ejecutar actos violentos, había quien le daba cuentas al líder de la banda. Había encargados de custodiar la droga, otros cocinaban y empacaban la droga (marihuana y cocaína) y otros abastecían los puntos de venta, recogían el dinero, supervisaban puntos de venta, hacían la contabilidad y pagaban la planilla”, expresó el juez Pedro Méndez.
El grupo tenía dominio de diversos puntos: Dos Cercas y Calle Fallas en Desamparados, Paso Ancho, Villa Esperanza de Pavas, barrio Cristo Rey, después se extendió a San Juan de Dios, Alajuelita, Los Guido y Hatillo.
Zamora tenía un estilo a lo interno como a lo externo del clan. Su estrategia fue la violencia para mantener el control sobre los territorios de venta, adquirir nuevas plazas y afianzar la lealtad de sus colaboradores.
De hecho, él ordenaba a quién matar y en qué momento, para lo cual facilitaba vehículos, armas y municiones a los ejecutores, quienes le rendían cuentas por teléfono con lenguaje cifrado como: “Ya se jugó la mejenga”, concluyó el tribunal. Los sicarios recibían su pago: $3.000.
Sin embargo, en una ocasión, se equivocaron. El 20 de junio del 2011, un menor de 16 años, Guillermo Andrés Soto Paniagua, fue acribillado a balazos por error, en una alameda de Hatillo.
Los perpetradores confundieron un abrigo que vestía con el del sujeto que debían asesinar, según la orden recibida.
Tras la captura del Indio, en marzo del 2012, la Policía señaló que se inició una lucha entre grupos que quisieron apropiarse de los territorios, lo que ocasionó varias muertes en los barrios del sur de San José.