Nicoya. Dos horas después de que el país fue sacudido por el terremoto de 7,6 grados, una estudiante de 15 años ingresó al Hospital La Anexión, de esta ciudad, con una severa crisis nerviosa.
Luego del sismo, la adolescente, vecina de Barco Quebrado de Sámara, se puso a correr descalza y abordó un autobús con rumbo al centro de Nicoya. El chofer, al notar que la joven estaba en crisis pues le faltaba el aire para respirar, la llevó al hospital.
El personal médico logró calmarla y unas dos horas después le dieron la salida.
La reacción de la joven fue calificada como normal por Johnny José Orozco Solano, médico coordinador en situaciones de emergencias, y la psicóloga Bellanira Gómez, ambos de La Anexión.
Coincidieron en señalar que tal comportamiento es una secuela inmediata luego de un temblor tan fuerte. Sin embargo, sostienen que la afectación sobre los vecinos de la zona de Nicoya todavía no termina.
Lo que viene. Para los próximos días, se espera que una buena cantidad de guanacastecos tenga problemas de insomnio, ansiedad y pérdida de apetito debido al síndrome que los profesionales llaman shock postraumático.
Se prevé que las poblaciones más afectadas serán las costeras, que incluso fueron evacuadas el miércoles anterior por el temor a que ocurriera un sunami.
En este momento, 220 pobladores de Torito de Sámara duermen en el salón comunal del lugar por miedo a que un nuevo sismo destruya sus casas y a que las viviendas les caigan encima.
Como medida de prevención, desde ayer un equipo de atención psicosocial de la Universidad de Costa Rica (UCR) viajó a Guanacaste para ayudar a reducir los niveles de ansiedad.
Marco Carranza, psicólogo de la UCR, explicó que la ansiedad surge por la incertidumbre sobre la posibilidad de que ocurra otro terremoto. Las personas pueden sufrir dolor de cabeza, insomnio y sueño intermitente.
El médico Johnny Orozco explicó que las reacciones son muy diversas tras un sismo de esa magnitud y sostuvo que cada persona actúa de diferente manera.
Orozco añadió que ese miércoles, además de la estudiante, se atendió a otras 20 personas con crisis nerviosa. Explicó que los afectados eran, en su mayoría, jóvenes de entre 15 y 25 años.
“Es comprensible. Posiblemente son estudiantes que viven lejos de sus familias. Están solos, pasan un fuerte sismo y luego oyen sobre sunamis y eso sube la tensión” , manifestó el especialista.
Puertas abiertas. Ante el temor de que ocurran nuevos sismos, la gente toma diversas medidas.
Severa Valencia Cortés, vecina de Torito, duerme con la puerta abierta. “Anoche (jueves a amanecer viernes) oí un retumbo y me tiré afuera, por dicha tenía la puerta abierta. Es que hay que tener un poquito de prevención” , relató.
Ana Rita Vargas Araya y su esposo, Baudilio Aguero Cascante, vecinos de La Granja de Nicoya, instalaron dos tiendas de campaña en la cochera de la casa y ahí duermen siete personas.
“Bueno nos acostamos ahí. Mentira que dormimos, es que queda uno que apenas oye algo se tira afuera”, narró Vargas. Su marido explicó , además, que la casa sufrió rajaduras que la dejaron falseada.
Esta familia mantiene cerca un foco y candelas “por aquello que tiemble en la noche y se vaya la luz”, dijo Vargas.