Tres individuos irrumpieron ayer en la madrugada en el Colegio de Rincón Grande de Pavas, San José, de donde sustrajeron 42 computadores portátiles, una cámara de video y otro aparato fotográfico.
Alrededor de la 1 a. m., tres personas, de acuerdo con las declaraciones del guarda, Albino Namorurez, rompieron el candado del portón trasero del centro educativo.
Lo primero que hicieron los sujetos una vez dentro fue envenenar a los tres perros, de raza pitbull, para que no les impidieran el paso. Uno de los animales murió; los otros dos estaban ayer en una clínica veterinaria.
Seguidamente, encañonaron al guarda, a quien uno de los malhechores mantuvo hincado durante más de una hora, según contó el vigilante.
De esta forma, los otros dos compinches se dirigieron al aula de informática del centro, a la que ingresaron por el techo tras abrir un agujero y desactivar la alarma.
El robo. De allí robaron todo el material del que disponía el colegio, 42 computadoras portátiles y una estacionaria, así como un equipo de video y otro fotográfico.
El monto total de lo sustraído por los criminales asciende a cerca de ¢8 millones, según estima la Dirección del centro educativo.
Ayer en la mañana, agentes del OIJ llegaron al colegio para recabar las pruebas del delito.
Todo lo que se llevaron los ladrones está asegurado, por lo que personal de la institución espera reponer así lo perdido.
El Colegio de Rincón Grande de Pavas, que cuenta con unos 1.200 alumnos, suspendió las clases de la mañana de ayer, con el fin de organizar los horarios y dejar a la Policía iniciar la investigación.
Los exámenes que estaban programados para ayer se trasladaron para hoy, con el fin de que los escolares aprovecharan el esfuerzo hecho para afrontar las pruebas.
La subdirectora del colegio, Gretel Morales, expresó su idea de que los delincuentes conocían de antemano el aula.
Esto se debe, explica la docente, a que para introducirse al local por el tejado es necesario atravesar una malla de hierro, para lo cual necesitaban herramientas específicas que cortaran el metal.
Además, según la funcionaria, ellos sabían dónde estaba situada la alarma y cuál era el sitio concreto en el cual abrir un boquete para neutralizar la señal y que nos los delatara el sonido.
Las fuertes medidas de seguridad que los criminales consiguieron burlar eran una exigencia de la Fundación Omar Dengo, institución que donó el total del material sustraído.