Bijagua, Upala
El día que el río creció y se llevó todo lo que Dimas Chacón Hernández tenía, él estaba celebrando su cumpleaños número 69, con su esposa Zoraida Pérez, de 59 años y su hijo Jeison Chacón, de 13 años.
El jovencito cuenta, frente a sus papás, que como no había electricidad estaban cocinando unas hamburguesas en el fogón, pero el sonido del río, las piedras y los troncos los tenían pendientes de una crecida.
"De pronto, papi se asomó y vio donde venía el agua y nos dijo que nos fuéramos", cuenta Jeison. Los tres están desde el jueves por la noche en el albergue del salón comunal de Río Naranjo, a unos cuantos metros de donde alguna vez estuvo su casa.
Dimas se los llevó para la casa de una vecina, pero el caudal se empeñaba en perseguirlos, entonces evacuaron esa segunda casa y se fueron para la iglesia, hasta que finalmente llegaron al salón comunal. Salimos con el agua por las rodillas, comenta.
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Dos horas después, un vecino se acercó y le dijo a Dimas, constructor pensionado: "Lo siento".
"Yo le dije, lo siento qué, y me contó que la casa se la llevó el río. Entonces le dije, diay, gloria a Dios", comentó Chacón. Su esposa, Zoraida, añadió: "Como yo soy tan chistosa dije, pues que Dios la acompañe".
En el refugio de Río Naranjo hay vecinos de esa localidad y de Naranjito. En idéntica situación que Dimas está José Gabriel Obando, de 53 años, que ni había terminado de hacer su casa y, cuando pasó el río, solo quedaron ocho blocks de una pared.
"El río está muy cerca y había mucha llovedera, aquí llueve fuerte pero nunca pensamos que iba a pasar eso. Bajó una gente avisando y pidió que nos corriéramos. Yo fui a auxiliar a mis nietas, cuatro que viven aquí", contó Juan Gabriel.
Añadió que había construido su vivienda poco a poco, porque no le resulta fácil con su trabajo de jornalero reunir el dinero.
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Por prevención
La gente del barrio Naranjito evacuó sus casas por pura prevención, pues están bajo el riesgo de caída de agua de una montaña, pues hubo advertencias de acumulación de agua en los cerros.
Franciny Quintana, de 20 años, salió de su casa con algunos enseres, su esposo y su hija de dos meses. Su casa está bien, pero tenían que prevenir.
“Lo que tenemos es la montaña atrás y hay una gran roca ahí”, explicó Karen García Guido, que también prefirió evacuar junto con sus tres hijos, de 14, 13 y 11 años, y su esposo.
Ninguna de las dos se queja de la atención que han recibido en el albergue y aseguran que todo ha sido muy ordenado.