Carlos Arias Arrieta es otro de los pequeños empresarios bagaceños con pérdidas millonarias por el huracán Otto.
A casi tres meses, de que una correntada se llevó 15.000 tilapias que tenía en sus estanques, ya reabrió su finca, pero por ahora, solo de viernes a domingo y no todos los días, como antes del paso de Otto.
Afirmó que con las tilapias iba a promover ventas y entradas por visitación por ¢90 millones, pero nunca llegaron.
Las corrientes de agua, palos y piedras llenaron su finca y echaron a perder los 12 estanques, de los cuales pudo recuperar ocho.
Menos vacas. En Cuipilapa, este empresario de 61 años tiene pendiente levantar las cercas de alambre de su finca Villa Pez, derribadas por aludes.
Dijo que los rollos de alambre que repartió el Ministerio de Agricultura en la bajura, no llegaron a esa zona.
De las 35 vacas que tenía, le quedaron 23 porque la avalancha se llevó 12.
Antes ofrecía demostraciones de ordeño, cabalgatas, pesca en lagos y servicio de restaurante, pero ahora solo tiene el restaurante y la pesca recreativa de tilapias.
Según contó, tuvo que acudir a ahorros para reabrir, ya que no ha recibido ayuda estatal.
Su lechería generaba 500 litros diarios y ahora pasó a 300.
Como el área de pastos quedó arruinada, los costos de producción aumentaron, ya que ahora debe comprarlos.
Arias sostiene que la zona volvió a ser accesible y segura, por lo que esperan el retorno de turistas para salir adelante.