El clamor de los vecinos de Moreno Cañas de Upala fue escuchado y poco antes de este mediodía dos carros llegaron hasta el salón comunal con comida, pañales y artículos de aseo personal.
En este albergue se guarecen desde la noche del jueves unas 40 personas, de las cuales 17 son niños.
Tal y como informó este medio en horas de la mañana, los afectados por el huracán Otto no habían recibido ayuda de los cuerpos de socorro. Este domingo el desayuno fue arroz blanco y tortillas porque no tenían nada más.
Las carencias obligaron al presidente de la asociación de desarrollo, Noel Ortiz, a pedir prestado en una pulpería para llevarle comida a los vecinos.
Los afectados tienen tres noches de alumbrarse con candelas, dormir en el piso, apuñados para protegerse del frío, porque no tienen suficientes colchones y cobijas. Tampoco hay alimentos; este domingo el desayuno fue arroz con tortilla.
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Esta comunidad está ubicada apenas a unos 10 kilómetros del centro de Upala.
Ortiz contó esta mañana a La Nación que nunca fueron alertados de lo que se venía. Las familias como pudieron salieron de sus casas y luego abrieron, a la fuerza, el salón comunal. En este lugar están guarecidos desde la noche del jueves cuando la correntada del río Huacalillos les arrebató sus casas o las dejó atascadas de barro.
"Tenemos todo tipo de carencias. No hay electricidad, no hay agua porque parte del acueducto quedó destruido. Tampoco hay suficiente comida ni artículos de aseo personal. Necesitamos papel higiénico y pañales", dijo Ortiz quien agregó que la poca asistencia que les ha llegado ha sido de parte de vecinos o empresas privadas.
Por ejemplo, el agua para cocinar y para el aseo se las facilita una piñera. El líquido está limpio pero no es potable.
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Dayana Álvarez Serrano, una de las afectadas, contó que desde el jueves casi no duermen porque pasan mucho frío. Ella es madre de cuatro niños de 8, 6 y 2 años, así como un bebé de tan solo 8 meses. "No hay suficientes colchonetas ni frasadas para cobijarnos, entonces mientras duermo a uno el otro se despierta", comentó.
Entretanto, Juana Justina Rugama, de 55 años, narró que se le terminaron los medicamentos para tratar su diabetes. "Me sacaron el jueves luego de la llena del río, pero como no había luz en el hospital de Upala me devolvieron", narró la mujer.