Los gritos de la abuela alertaron a los vecinos de que una tragedia ocurría con los tres pequeños, quienes, poco antes, se escuchaban dentro de la habitación.
A la casa fueron llegando cada vez más lugareños, hasta que un grupo de unas 20 personas intentaba ayudar a abrir la casa, pero la puerta no cedía.
“Cuando abrimos la puerta, nos salió una llamarada, entonces, jamás podíamos ingresar. Comenzamos a echar agua, a ver si apagábamos el fuego para ingresar, pero no se podía”, contó el joven Otoniel Ramos Matamoros, uno de los que colaboró.
El muchacho recordó que luego intentaron ingresar por la vivienda del frente. “Quebramos vidrios para ver si podíamos entrar y salvarlos, pero ya no se podía”.
Según narró, al principio otros vecinos oyeron los gritos de los pequeños, pero, posteriormente, no se escuchó nada.
“Seguro por el humo quedaron inconscientes, porque era demasiado el humo, imagínese que yo entraba un toquecito y me ahogaba porque, simplemente, no se podía respirar.
”La abuelita decía: ‘Mis hijos, mis hijos, ayúdenlos’. Un compañero trató de abrir una ventana y salió un vidrio disparado, entonces, me corté”, relató Ramos, quien llevaba la mano vendada.
Lilliana Chacón también trató de ayudar a sacar a los niños, pero, al igual que Ramos, manifestó que el fuego les impedía el paso.
Refugio. Alexánder Solís, jefe de Ingeniería del Cuerpo de Bomberos, comunicó que, al parecer, el siniestro se inició en el centro del recinto y se extendió rápidamente hacia los lados.
El experto informó de que los menores se movieron dentro del cuarto, pues fueron encontrados detrás de un sillón.
Comentó que el hermano mayor, de cinco años, trató de proteger con su cuerpo a los dos menores, de tres y dos años.
Según Solís, esa es una de las reacciones más comunes que tienen las personas ante este tipo de tragedias.