La Tigra (San Carlos). Vuelve a ver el cielo, que está oscuro, y expresa: “¿Dónde meteré a mis cuatro hijos cuando en noviembre el IMAS deje de pagar el alquiler de la casa donde vivimos desde agosto, cuando la avalancha del río La Tigra arrasó mi casa?”.
Mayra Madriz Granja, de 35 años, no tiene la respuesta y eso la hace víctima de la incertidumbre, de la que también son presa otras nueve familias que el pasado 3 de agosto perdieron vivienda, muebles, ropa, y la alegría.
Madriz, quien labora en una empacadora de productos agrícolas, advierte que si el Estado no le ayuda a conseguir techo a corto plazo, muy probablemente pasará la Navidad en la calle.
“Mi futuro se presenta tan oscuro como está el firmamento en este momento”, agregó la madre.
Ricardo Fernández Segura, de 70 años, a quien el IMAS ubicó en un apartamento, vive un drama similar. Él dice que está agradecido por la ayuda, pero afirma que le duele la cabeza cada vez que se pone a pensar en su mañana.
“Vivo de una pensión que apenas medio me alcanza para comer. Si no me da casa, seguro que los últimos días de mi existencia los pasaré debajo de un puente o en un rancho de plástico”.
Empero, el problema también persigue a 20 familias que habitan en calle La Fuente, una pequeña comunidad agrícola, situada al noreste de La Tigra, pues siguen aisladas ya que el puente sobre la quebrada La Fuente fue destruido por una avalancha de palos y piedras. Para salir ir al centro de La Tigra deben pasar por unas improvisadas vigas.
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