Eran las 2 p. m. del 31 de mayo del 2014. El teléfono de la casa de Haydée Alvarado timbró y ella contestó. Era su hija Alisson Barboza, de 16 años, quien la llamaba, por segunda vez ese día, para saludar.
En la conversación, que duró pocos minutos, Alisson no se escuchó “ni rara ni estresada”. Todo lo contrario, estaba emocionada porque iba a celebrar su cumpleaños, según relató su hermana Kathia Molina en aquel momento a La Nación .
La noche transcurría normalmente, hasta que a las 9 p. m. de ese día, el festejo de cumpleaños se convirtió en la peor tragedia para esta familia: Alisson y su sobrina Rachell Campos, de 15 años, aparecieron asesinadas en un lote baldío en la urbanización Mallorca de San Sebastián, San José.
Los cuerpos tenían esposas en las manos y bolsas plásticas en la cabeza, por lo que el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) vinculó el crimen con el narcotráfico.
De esta forma, Alisson y Rachel se sumaron a la trágica lista de adolescentes que fueron brutalmente asesinados a manos de narcos en el 2014.
Datos. Durante el año pasado, siete menores, entre los 15 y 17 años, fueron acribillados a balazos por supuestos problemas de drogas, detalló un informe elaborado por la Sección de Estadística del Poder Judicial.
Entre ellos, algunos eran vendedores de droga, mientras otros estuvieron en “lugares y momentos equivocados”, señaló ese departamento.
Asimismo, la oficina apuntó que la cifra del periodo anterior es la más alta que se registra desde hace cuatro años. En el 2011 y 2012, hubo dos adolescentes asesinados, respectivamente; y en el 2013, uno.
Esa sección aún no ha contabilizado cuántos jóvenes han perdido su vida a consecuencia de esta problemática en lo que va del 2015.
Sin embargo, este año el caso más impactante ocurrió el 14 de abril en calle Bribrí de Lomas del Río, Pavas, donde un niño de 12 años fue acribillado por aparentes problemas con narcos.
Esta es la víctima más joven por supuestos ajustes de cuentas entre narcos.
‘Punto más débil’. La Fiscalía Penal Juvenil calificó como lamentable que algunos menores de edad “sean el punto más débil de este tipo de actividades ilícitas”.
Mayra Campos, la fiscala adjunta penal juvenil, explicó que factores –como la pobreza, la exclusión social y la existencia de narcofamilias– desencadenan que adolescentes se involucren en el negocio de las drogas.
Campos detalló que otro asunto preocupante es que, en algunas ocasiones, los asesinos también son menores de edad.
“El problema es que, al involucrarse una persona menor de edad con un grupo criminal, asume roles y participa en la ejecución de actos violentos, incluyendo el homicidio”, comentó.
Por ese delito, recordó, la Ley de Justicia Penal Juvenil establece castigos de hasta 15 años de internamiento en algún centro especializado.
Pero, antes que recurrir a sanciones penales, la Fiscalía considera que hay que trabajar más en la prevención. Por ejemplo, en el 2014 varios fiscales dieron 27 charlas en distintos centros educativos, donde explicaron la peligrosidad de las drogas.
“Debe existir una política de prevención, que incluya programas de atención a los jóvenes consumidores de drogas. Además, deben rescatarse los espacios de diversión de los menores y, por supuesto, aplicar una política represiva definida ante este tipo de delincuencia, que causa tanto daño social”, dijo Campos.
Trabajo. El Ministerio de Seguridad Pública también busca prevenir este tipo de situaciones lamentables.
Por ejemplo, como el colegio es uno de los puntos donde los jóvenes tienen su primer contacto con la droga, la entidad aseguró que vigilan muy de cerca las instituciones educativas.
De hecho, este año los oficiales han desarticulado 23 organizaciones que, aparentemente, vendían este tipo de mercancía ilícita en los alrededores de los centros educativos.
Se intentó hablar con algún representante del Patronato Nacional de la Infancia (PANI); sin embargo, al cierre de esta información no había sido posible contactar a ningún funcionario.