Naranjo. Un padre y su hijo vivieron la madrugada de ayer dos horas de zozobra, luego de ser sorprendidos por tres hombres encapuchados y con machetes, quienes los amenazaron con matarlos si no les daban ¢6 millones en efectivo.
Los ofendidos fueron Tobías Barrantes Conejo, de 60 años, y su hijo Luis Barrantes Corella (25), quienes ordeñaban varias vacas a las 4:30 a. m., en la finca San Rafael, en La Palmita de Naranjo.
La lechería se sitúa a casi tres kilómetros de la casa, en un sector de potrero, donde no hay viviendas.
Dos de los sospechosos portaban machetes, mientras que un tercero cargaba una pistola hechiza.
Luego de colocarle un machete en el cuello al padre, hicieron lo mismo con el hijo, a quien, además, hincaron dentro de la lechería.
Seguido, según relató el hijo horas después, los secuestradores se llevaron a su papá a unos 600 metros de distancia. Fue en ese momento que pidieron los ¢6 millones, a cambio de su liberación.
Cerca de las 6 a. m., los plagiadores autorizaron liberar al adulto, pero, a cambio, se quedarían con el hijo para garantizarse el pago.
Rápida reacción. Para evitar quedarse con los hombres, el hijo dijo a los sospechosos que no tenían esa cantidad y les advirtió de que un banco pide la firma de ambos. Fue enfático al decirles que no tenían esa suma, solo la mitad.
Tras varios minutos de conversación, los sujetos decidieron dejar libres a los familiares, siempre y cuando cumplieran con el trato.
Para ello, se dejaron el teléfono celular del hijo, a quien le fijaron las 10:30 a. m. (ayer) como hora para entregar del dinero.
Empero, padre e hijo denunciaron lo ocurrido a la Policía de Naranjo.
Cerca de la hora pactada, los familiares realizaron una llamada a los sospechosos, a quienes les comentaron que estaban atrasados para reunir los ¢3 millones.
En esa conversación, según el hijo, los hombres dijeron que debía dejar el dinero en la lechería, pero el muchacho propuso un sitio ubicado a más de un km de ese lugar.
No recogieron dinero. Pasadas las 5:30 p. m., el hijo volvió a llamar a los hombres a su celular. Lo primero que le dijeron fue que no irían por el dinero, aunque no dieron razones.
“No soy ratón de su ratonera, me dijo uno de los que contestó”, comentó el hijo anoche, quien aún estaba asustado por lo vivido.
El hijo comentó que sospecha de que los causantes serían dos hombres foráneos, a los cuales, semanas atrás les dieron trabajo arreglando cercas en la finca. A esa conclusión llegó, tras escucharlos conversar. “Temí que nos fueran a matar. Hago un llamado a otros finqueros para que extremen cuidados a la hora de contratar personas. Acá, en Naranjo, somos muy confiados”, afirmó Barrantes.