Coquitales de Los Chiles.- “Sentí tanto dolor como si se tratara de un ser humano, y es que la escena que me encontré en el potrero era desagradable pues al animal lo mataron con mucha crueldad; tenía cortes horribles”.
Así recuerda Asdrúbal Rojas Huertas la dura experiencia que vivió hace tres semanas, cuando, al empezar a recorrer su finca, situada en Coquitales de Los Chiles, descubrió que le habían matado una vaca lechera valorada en ¢600.000.
El ganadero, de 62 años, explica que lo que más lo impactó fue la saña con que actuaron los delincuentes. “Al animal lo destrozaron, no tengo palabras para calificar lo que vi”, expresó Rojas.
Empero, no era la primera vez que hallaba ganado descuartizado. En casi dos años perdió 12 animales más, entre vacas, terneras y un toro.
“Los cuatreros me están desangrando económicamente al punto de que varias veces he pensado dejar la actividad; me siento trabajando para los mafiosos. Los cuatreros están ganando millones mientras los productores vamos camino a la ruina”.
Rojas contó que algunos ganaderos han optado por amarrar el ganado cerca de sus casas para cuidarlo. “Nos estamos turnando para dormir un rato y cuidar otro rato, con tal de frenar a los delincuentes”, agregó.
Menores. Rojas sostiene que las bandas delictivas que operan en la zona reclutan a menores de edad quienes, por su condición física, pueden movilizarse más rápido que los policías.
Otra de las funciones de los menores, según el mismo productor, es servir de “campana” para alertar a los adultos cuando hay un operativo policial.
Rojas dijo estar convencido de que las bandas están integradas por 10 y más miembros, bien equipados con celulares y otros dispositivos de comunicación. Ellos saben cuándo hay menos policías.